Adicciones II

Con una sonrisa de oreja a oreja y el coño más caliente que antes, continué mi camino hacia el servicio.
Allí me estaba esperando el Nick @pajasmil, vaya un nombre. 

Pero me hizo gracia el chaval. 

Era un chavalín del montón, solo espero que su descripción fuera cierta. 

Entramos al servicio, le miré la entrepierna y venía más cachondo que yo. Ya se le apreciaba un buen bulto. 

 Me resultó muy frío, pero estaba muy salida. Me bajé los pantalones, el tanga y puse mi culo en pompa. 

Era la manera más fácil para que pudiera follarme sin necesidad de desnudarme. No me apetecía una mierda, la verdad. Solo quería sentir su polla dentro de mi coño.

Él se quedó un poco parado al ver que iba al grano. 

Pero en seguida se espabiló, se dio unos buenos meneos a la polla para terminar de ponérsela dura bajo mi atenta mirada, y una vez lista la pasó por mi coño mojado, unas pasadas a lo largo de él, buscando una buena lubricación.
A cada pasada de su polla por entre mis labios, mi coño se iba humedeciendo cada vez más. Fue entonces cuando me salté el mensaje y le pedí que me comiera el culo antes. Sabía que se podía negar, pero su mirada lo dijo todo. 

Se agachó, me abrió las nalgas y empezó con una lamida de abajo a arriba.

- ¡Mmmmm joder. Qué rico! Sigue.

@Pajasmil siguió jugando con su lengua en mi ano, la puso dura e intentó penetrarlo, en principio no le dije nada, me excitaba. 

Pero él sabía que estaba en la cuerda floja. Cualquier acción realizada fuera del mensaje y sin petición, podía ser denunciada a la app y bloquearle el perfil. 

Cada vez estaba más y más excitada, estaba muy lubricada y me apetecía que me follara el culo, pero me había puesto una meta en la noche, Rober, así que me ceñiría al mensaje y solo me follaría mi coño salido.

Estaba a punto de correrme con esa comida de culo, así que le dije que me follara ya.

No podía acallar mis gemidos y mi cadera tampoco se estaba quieta. Se levantó, restregó nuevamente su polla y en una de las idas y venidas me ensalzó con ella.

Movimientos secos resonaban en el servicio fruto del choque de su pelvis contra mi culo. 

Secos, rítmicos. Plas, plas, plas…. Iba elevando el ritmo, cada vez más rápido. 

Más toscos. Se le escapaban una especie de bufidos que me recordaban al sonido de muchos machos cuando montan a las hembras. 

Así me sentía yo, como una hembra a la que estaban cubriendo. Me agarró con una mano de la coleta, y con la otra tiraba de mi cadera. 

Arremetía una y otra vez, estaba a las puertas del orgasmo. 

Una mano apoyada en la pared y la otra la bajé al clítoris, comencé a tocarme, círculos alrededor de él, lo sujeté como pude con mi dedo índice y anular mientras que con el corazón le daba golpecitos hasta que me di el último empujón que necesitaba para llegar al clímax. 

Mi acompañante tardó tres empujones más y soltó un gemido que se debió de oír hasta en la pista de baile. 
Nos limpiamos y nos despedimos, no sin antes decirme que él era un habitual de aquella zona. Me guiñó un ojo y se fue.

Cuando se fue, me volví a retocar el maquillaje, me rehíce la coleta, me recompuse y me dirigí a buscar nuevamente a mis amigas. 

Las encontré cerca de la barra de Rober, así que genial, tendría unas vistas estupendas lo que restaba de noche hasta que terminara su turno. 

A las cuatro en punto me presenté delante de su barra, y le hice una señal. Me vio y me dijo que ya mismo salía. 

A los dos minutos se presentó con una botella de champán y dos copas. Me despedí de mis amigas. 

Me quedé flipada, hizo ademán para que le agarrara de su brazo y me llevó hacia el fondo de la discoteca.

Tras unas cortinas había una zona con reservados, jamás los había visto. 

Ni imaginaba que allí al fondo podría haber otro mundo. 

Atravesamos las cortinas, y un hombre vestido de negro con pinganillo nos acompañó hasta una sala. Nos abrió la puerta, y muy servilmente nos dijo que cualquier cosa que necesitásemos se lo hiciéramos saber.

Cerró la puerta tras de sí, observé la habitación, estaba decorada con una elegancia minimalista. 

Sofás en un lado, mesa baja con un baúl precioso de madera y un serigrafiado dorado, a su lado una especie de consola de mandos semitransparente, un espejo impresionante gigante pero nada basto, un mini bar y una puerta al lado del espejo. 

Imaginé que sería la salida de emergencia, y que por la elegancia de la decoración no estaba señalizada.

Nos pusimos cómodos en uno de los sillones, Rober abrió la botella de champán y sirvió las dos copas.

- Por una noche interesante. Chin-chin

- Por una noche interesante.

Brindamos y empezamos a hablar. Rober se le notaba muy cómodo. 
Y yo la verdad es que estaba deslumbrada por la sala, por el gorila con pinganillo que nos había guiado y por el pedazo de morenazo que tenía al lado.

La charla era rutinaria, lo típico del principio, cuántos años tenemos, de dónde somos, por dónde sueles salir, etc… 

La verdad, bastante aburrida, pero yo no hacía más que mirar sus labios, cómo se los humedecía con la lengua, mi mente perversa la imaginaba en otros labios.

- Alex, estoy aquí. - Dijo Rober con una sonrisa.

- Sí, perdona. Pero no quiero parecer, ¿cómo dijiste tú? Jeta, jajaja. Pero es que toda esta pantomima para terminar follando dentro de un rato… Pues no la podríamos saltar, ¿no?

La cara de Rober cambió, dejó las copas sobre la mesa y se abalanzó a besarme.

Mmmm qué beso más rico. Esos labios carnosos, esa barbita de dos días, sus manos en mi espalda. 

Me atrajo hacia él, agarrándome bien el culo una vez que me puso encima suya.

- ¡Joder Alex, qué culazo! Desde que lo vi hace un par de semanas no he podido quitármelo de la cabeza. Soñaba con tocarlo, chuparlo y por qué no… Follarlo.

Esas palabras, dichas en ese orden, sintiendo sus dedos en mis nalgas hicieron que mi coño comenzara a lubricarse y a palpitar. 

Parecía como si llevara meses sin sexo, mi coño anhelaba ser poseído y mi culo…. Ummmm mi culo quería, mi culo y toda yo deseaba ser poseída. 

Y ahí estaba Rober con un bulto prominente entre las piernas, lo podía sentir perfectamente. 

Deseaba saborearlo, probarlo, que mi coño y mi culo lo abrazaran en su interior. Estaba más qué cachonda. 

Rober besaba mi boca, mi cuello, jugaba con su lengua en mi clavícula, mientras su mano derecha la metía por dentro de mi pantalón. 

Podía sentir cómo deslizaba su dedo anular entre mis nalgas, arrastrándolo por el canalillo con fuerza para que lo sintiera bien.
Con su otra mano bajó mi top metalizado, dejando al aire mi pecho. 

Lo miró, lamió uno y luego el otro. Agarró cada uno de ellos y los besó, los mordisqueó. 

Bajó más el dedo hacia mi culo, casi rompiendo el botón del pantalón. Me lo desabroché, dándole mejor acceso. 

Mientras su dedo iba camino de él, mis manos casi le arrancaron la camiseta. 

Recorrieron su torso, pellizcaron levemente sus pezones, poniéndose duros. 

Arañé su costado con mis uñas, lentamente, sintiendo cómo su piel se iba erizando poco a poco.

Acercó su boca a mi oído, chupó el lóbulo, y con su voz profunda y pausado me dijo:
 
- @damemuchoybien vas a recibir lo que te mereces.

Un calambre recorrió mi útero, como si me estuvieran dando descargas, no daba crédito, me conocía de la app, lo que significaba que él también estaba en ella, y que habría visto el mensaje que había mandado cuando estuve en el servicio con @pajasmil.

Me puse muy, como decirlo, muy perra, ya que no tendría que disimular mi apetencia ni mis gustos.

- Rober, sí ya sabes lo que hay… ¿A qué esperas?

- Quiero darte la bienvenida al Andrómeda. Mi club sexual clandestino. 

Te estaba esperando.

Pulsó sobre el panel de la mesa y el espejo se hizo transparente, como una ventana abierta a lo que había estado escondiendo.

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