Era una mañana como cualquier otra, me levanté muy tarde y me dirigí a hacerme el desayuno. Hoy me apetecía unos huevos fritos con jamón y unas tostadas.
No suelo hacerlo, pero la noche anterior había sido, como decirlo, demasiado intensa.
Sí, soy adicta al sexo y necesito sexo a diario, ya no me sirve solo la autosatisfacción.
Necesito tener un harén de hombres dispuestos a complacerme y follarme.
Para ello estoy inscrita en una app en la que hay hombres y mujeres como yo, que en cualquier momento del día necesitan sexo.
Quizás parezca frío, y lo es a veces, pero es como todo, es un mundo oculto a plena vista, y casi siempre terminas satisfaciendo o siendo satisfecha por los mismos.
Por lo que al final, es como tener un pequeño harén de pollas dispuestas para mí, casi 24/7.
Una no sabe cuándo le va entrar ese calor irrefrenable y necesita que le apaguen el fuego interior.
En la app mi Nick es @damemuchoybien, es un poco largo la verdad, pero resume perfectamente lo que quiero y necesito.
Por suerte, en esta app no tienes que socializar si no quieres, das al botón de “Fóllame”, entonces un mensaje personalizado con lo que tú quieres sale automáticamente y lo manda a las personas que por ubicación y preferencias están más cercanas a ti.
Así es como yo la tengo configurada, es bastante flexible.
Cuando te das de alta eliges lo que quieres dar y recibir, y siempre puedes cambiar tus preferencias, gustos o deseos en cualquier momento. Los cambios son automáticos.
Volviendo a ayer, había tenido un encuentro por la mañana con uno de mis habituales justo antes de ir trabajar, otro por la tarde al salir.
No os creáis que con dos al día iba a estar satisfecha.
Llegué a casa dispuesta a salir de fiesta y encontrar a un hombre con ganas de follarme.
Así que quedé con mis amigas para ir a una conocida discoteca llena de treintañeros solteros.
Pero antes necesitaba relajarme, así que me masturbé en la ducha.
Acaricié mi coño, mis labios exteriores y los interiores, me centré rápido en el clítoris, puse mi mano como Spiderman y me preparé para lo mejor de todo….
Metí los dedos y comencé a moverlos frenéticamente.
Con la otra mano me agarré a la barra de la ducha y esperé a que llegara esa onda de placer en modo de squirt que hace que mis piernas se dobleguen y caiga de rodillas al suelo.
Mmmm… Cómo me gusta esa sensación, cuando mis rodillas empiezan a flaquear porque mis dedos juguetones están haciendo un trabajo exquisito.
Ya casi estaba de rodillas, cuando me inundó el éxtasis, haciéndome caer en el plato de ducha entre jadeos.
¡Qué bien me follo solita!.
Terminé de ducharme y me arreglé.
Me puse mis pantalones negros más ajustados, quería que se me marcara bien este culazo que tengo, y un top palabra de honor en gris metalizado.
Me puse una gargantilla tipo correa con piedras y una coleta alta luciendo mi melena rubia.
Reconozco que iba despampanante.
No es que yo lo diga, es que las babas de los hombres cuando iba andando por la calle lo decían. Mmmmm a veces me gusta provocar, y sí, anoche fue una de ellas.
Llegamos a la discoteca, había mucha gente y por suerte para mí, había muy buen género.
Todavía no tenía decidido que me apetecía, así que me tomé la cosa con relajación.
Estando bailando con mis amigas, me saltó una notificación: “ Busco chica para comerme el coño.”
¡Joder! No me lo podía creer, según la ubicación estaba en la discoteca.
De repente me entró un hambre terrible de coño.
Quería comer coño.
Acepté la invitación y a los treinta segundos por suerte la invitación salió verde, lo que significa que había sido aceptada.
Le dije a mis amigas que volvería en unos quince minutos.
Ellas saben que cuando salimos a veces desaparezco, pero siempre les digo lo que voy a tardar, nunca me han preguntado lo que hago en ese tiempo.
Pero sé, que si no volviera en el tiempo establecido me buscarían.
Este mundo no está libre de peligro.
Estos encuentros así no suelen durar mucho más, lo que no significa que no se repitan a lo largo de la noche. Alguna vez me ha pasado.
Lo bueno de esta app es que puedes hablar directamente sin que conozcan tu número.
Así que empecé el chat con ella y quedamos en el servicio de chicas, ella llevaba camiseta roja ajustada.
Cuando llegué me encontré a una preciosa veinteañera, morena, con camiseta roja y faldita escocesa que hizo que mi hambre aumentara exageradamente.
Nos presentamos, la cogí de la mano y nos metimos en un servicio.
Mientras entrábamos me dijo que era su primera vez, que nunca había usado la app, esto me hizo recordar mi primera vez, así que intenté calmar mi hambre y le di un poco de conversación para que se calmara.
Le dije que si se echaba para atrás que no pasaba nada.
Pero que tenía que estar segura de dónde se estaba metiendo.
Ella consintió, así que me lancé de lleno. Joder, hacía mucho que no comía coño.
Y más uno tan jovencito.
Me dijo que apenas tenía 22 años, y que estaba desesperada sexualmente hablando. Se encontraba desbordada y que no sabía lo que le pasaba.
Intenté no ser borde, pero la tapé la boca con mi mano y seguí disfrutando de esos labios tersos y depilados, con aroma embriagador.
Mi lengua recorría sus pliegues, mientras la suya jugaba con mis dedos.
No quería escuchar su charla, solo quería degustar esa chirla joven.
Mmmm, cómo lubricaba la niña, era todo flujo, y cómo se la dilataba su coño cuando sentía mi lengua pasar por su orificio.
Deseaba introducirle los dedos y que se corriera en mi boca, pero eso no estaba puesto en el mensaje, así que hasta que no fuera dicho, solo podía chupar, lamer y morder.
Mi lengua pasaba por su clítoris, lo absorbía, y justo en ese momento, pidió que la metiera los dedos. Fue música para mis oídos.
La postura era incómoda, así que me senté yo en la taza y la levanté la pierna a mi hombro, así era más fácil comerla e introducir los dedos.
El ritmo era rápido y ella pidió más y más fuerte.
Así que aumenté el ritmo de mi lengua y de mis dedos.
Los metía y los sacaba. Succioné su hinchado clítoris.
Ella se estremeció, extendió los brazos para sujetarse a las paredes y comenzó a mover la cadera.
¡Joder! Me estaba follando la boca literalmente. Me encanta.
Mis dedos la penetraban y mis labios la succionaban, ella flaqueaba, las piernas la temblaban y ….
Llegó, de su boca salió un gemido inconfundible, un gemido rebosante de placer.
La ayudé a no caer. Se colocó la braga, estaba confundida por cómo seguir, así que me levanté, la di un piquito, y la dije:
- Ha sido un verdadero placer. Hasta la próxima.
Salí del servicio, me lavé la cara y las manos en el lavabo.
Me retoqué el maquillaje y volví con mis amigas a la pista justo quince minutos después de haberme ido.
Como era habitual mis amigas no preguntaron de dónde venía, solo me miraban buscando un gesto de “todo bien”.
Bailamos un buen rato, y llegó la hora de rellenar las copas.
Me ofrecí voluntaria para ir a pedir a la barra. Me apetecía un camarero en particular que le había echado el ojo unas semanas antes. Así que junto con otra amiga nos encaminamos hacia su barra.
Allí estaba él, metro noventa, moreno, espaldas anchas, pero no de gimnasio.
Lo que más me atraía de él eran sus labios. Unos labios gruesos, con una bonita sonrisa.
Nos acercamos a pedir, y esa voz…. Uffff ¡qué voz tan profunda! Me encendía.
Hablamos lo justo para pedir las cuatro copas, y un poquito más, para saber que no tenía pareja y que no era gay.
Me puso a mil por hora, su voz, saber que estaba disponible, mi fuego interno se prendió, e inconscientemente apreté el botón.
No tardaron en llegar varias solicitudes. Las examiné cuidadosamente ya que ninguna era de los habituales, y elegí a uno.
Luz verde, dirección y descripción.
En cinco minutos había quedado con él en la puerta del servicio de señoras.
Me volví a despedir de mis amigas. Esta vez las dije veinte minutos máximo.
Me dirigí al servicio y me crucé con el camarero.
- ¡Ey! Perdona…. No sé tú nombre. Quizás te parezca un jeta, pero…¿Te apetecería tomar algo cuando termine mi turno? Por cierto, me llamo Rober.
- Alex. Encantada. De conocerte y de ir a tomar algo contigo. ¿A qué hora follamos? Digo, ¿quedamos? Jajaja
- Salgo a las cuatro. Si quieres follamos a y cuarto, digo, quedamos. Jajaja
Con una sonrisa de oreja a oreja y el coño más caliente que antes, continué mi camino hacia el servicio.
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