Javier estaba pasando por un momento agridulce… La experiencia con su madre
había sido mucho más de lo que podía esperar y sin embargo, enseguida supo
que ahora lo único que quería era más.
Durante los primeros días tuvo la esperanza de que aquello se repetiría,
cada vez que llegaba a casa después del colegio besaba cariñosamente a su
madre, e incluso le pedía, con indisimulado retintín, que le llevase la
merienda una vez más a la habitación, y una vez allí la esperaba
masturbándose descaradamente, cara a la puerta… pero ella nunca
apareció.
Tras un par de semanas empezó a quedar bastante claro que su madre no
tenía intención de convertir aquello en una costumbre. Tal vez incluso de
repetirlo alguna vez.
Por parte de Javi, se redujo a un dulcísimo recuerdo, embellecido por la
fantasía, al que recurría invariablemente en sus sesiones masturbatorias.
Él no se atrevía a sacar el tema abiertamente y ella no parecía albergar
ningún deseo de hacerlo.
Durante este tiempo, su mayor audacia consistió en sustraer el conjunto
de lencería que su madre llevó en aquella ocasión del cajón de su cómoda,
y usarlo para cascársela hasta que terminó, en lo que fue sin duda su
mejor orgasmo desde entonces, llenando el pequeño tanga de encaje de un
espeso montón de blanca y grumosa lefa.
Después, lo echó tal cual a lavar, a sabiendas de que su madre a buen
seguro vería lo que había hecho. Aún así, ella nunca dijo nada.
Con todo, la relación era incluso más cordial ahora que antes. Ella
siempre había sido en extremo cariñosa y si antes él la quería, ahora
sentía auténtica adoración por ella. Fue un beneficio inesperado pero que
en el fondo, contribuyó a calmar en la medida de lo posible las ansias de
Javi.
Ya que no podía poseerla, al menos sí que se llevaba muchísimo mejor con
ella. Iban al cine, él la ayudaba a hacer las compras, charlaban
animadamente sobre cualquier tema y, en definitiva, eran mucho más
cercanos.
Pasaron las semanas, y un día de diario se encontraban desayunando ellos
solos -el padre y la hermana de Javi entraban antes al trabajo y
universidad, respectivamente- mientras hablaban de sus cosas.
Bueno, ya esta semana es tu cumpleaños, mi nene se hace todo un
hombrecito -dijo ella sonriente y tierna-
Jajajaja, si, un año más viejo
¿Qué quieres de regalo?
No sé…-empezó a decir Javi pensativo mientras sonreía-
Ésta vez fue su madre la que se puso seria. No respondió inmediatamente.
Como Javi antes, intentó ser sutil pero meridianamente clara.
Javi. Eso fue una vez. No es que no me gustase. No es que fuera un error.
Pero es peligroso convertirlo en una costumbre, ¿entiendes? Eres muy joven
y no quiero que te acostumbres a una situación que no es
normal.
Quiero que crezcas, quiero que conozcas a chicas, y quiero que tengas…
una vida normal, en ese sentido… ¿Me comprendes?
De algún modo eso desarmó a Javi. Por algún motivo estaba preparado para
una negativa en redondo, tal vez para insistir después de recibirla, tal y
como hacía cuando quería permiso para ir a algún lado con sus amigos, o
que le comprasen un videojuego, o algo así.
Ellos se negaban, y el insistía repitiendo “porfi” y, muy de cuando en
cuando, ellos cedían. De ninguna manera se esperaba comprender el
razonamiento de su madre. Eso le hacía rehén de él. Le dejaba sin
argumentos para discutirlo.
Hasta que se le ocurrió uno.
¡Pero no sería una costumbre! Sería sólo eso, mi regalo de
cumpleaños.
¿Cómo?
Y no se convierte en costumbre, ¿no? Es sólo ese día y ya está. Un
capricho, un regalo. Con ésa excusa. Y el resto de días son normales. Pero
no dejamos de celebrar mi cumpleaños por eso.
Había hablado rápida y vehementemente, lo había hecho lo mejor que había
podido, y ahora el corazón le latía a mil esperando la
reacción.
Esta vez no sabía qué cabía esperar, desde una bofetada hasta una
regañina o, peor aún, un sincero enfado de su madre. Ésos eran los
peores.
Sin embargo, ella tan sólo le miraba, pensativa. Le miraba fijamente con
las piernas cruzadas y acariciándose inconscientemente la palma de una
mano con la punta del dedo índice de la otra, como siempre que cavilaba
sobre algo…al final, habló, seria.
De acuerdo. Lo pensaré. Lo pensaré detenidamente pero será mejor que no
te hagas ilusiones… y que me digas qué otra cosa quieres de regalo.
Yo… nada. La verdad es que sólo se me ocurre eso.. Sólo quiero eso.
Ahora vete, que vas a llegar tarde, anda que vaya desayuno que me has
dado.
Se despidieron con dos besos y Javi se fue al colegio. Podría haber ido
peor, pensó. Hubiera sido mucho mejor una afirmación y una sonrisa y… pero
siendo realistas, podría haber ido mucho peor.
De todas formas, el hecho de no tener una respuesta al fin y al cabo, ni
negativa ni positiva, le acabó pasando factura. La incertidumbre le
carcomía y no podía pensar en otra cosa. Así transcurrieron los días.
Esperaba que en algún momento su madre le dijera algo en uno u otro
sentido, pero no ocurrió. Para cuando llegó el día de su cumpleaños, había
perdido toda la esperanza.
La situación con ella era exactamente la misma que antes de pedirle
nada.
Buenos días, cielo, feliz cumpleaños -oyó entre sueños, desvelándose con
la tierna felicitación y un húmedo beso en la mejilla-
Gracias mami… -empezó a decir, somnoliento. Estaba contento de que fuera
su cumple, quería sonreírle y que supiera que en el fondo le daba igual,
que la quería y que fuera como fuese, estaba feliz de pasar su cumpleaños
con ella… sin embargo al abrir del todo los ojos no pudo continuar-
Como tantas otras veces en su cumple, su madre estaba sentada en el borde
de su cama, sonriéndole para despertarle y felicitarle la primera el día
de su cumpleaños… pero esta vez, sólo llevaba puesto un exquisito salto de
cama semitransparente, bajo el cual las únicas prendas que se le
adivinaban era un precioso tanga culotte de encaje a juego, y un par de
medias a medio muslo con sendos lacitos de seda en las costuras, del mismo
color.
Por si fuera poco, dos tacones de charol remataban la imagen.
Arriba, dormilón, que es muy tarde… y no querrás perderte tu regalo,
¿verdad? -le dijo apoyando su mano en la creciente erección de
Javier.
Ésa visión unida al contacto de su mano en su pene hizo que Javi se
estremeciera de puro placer-
Claro que no, espera que.. -empezó a decir Javi, destapándose y haciendo
torpe y ansioso ademán de bajarse los pantalones, pero su madre le detuvo
con un gesto y una sonrisa-
Javier no se creía su suerte. Si su madre quería que tuviera un buen
cumpleaños lo había conseguido: Sintió un subidón como nunca
antes.
Tuvo que obligarse a respirar para calmarse de lo excitado que estaba. Ya
con unos vaqueros y una camiseta, y algo más tranquilo, se presentó en la
cocina, donde le esperaban su madre, su padre y su hermana.
Su madre se había puesto un batín de raso encima. El resto no advirtió
nada, pero a Javi un escalofrío le recorrió la espalda al recordar lo que
su madre llevaba bajo el batín.
¡Hombre, campeón! ¡Felicidades! -le dijo su padre dándole un cariñoso
pescozón- ¿Qué, ya quieres un café solo para desayunar, tío grande?
Jajaja, no, gracias, con un cola cao me vale.
Era sábado, y el día parecía no acabar nunca. Despues del desayuno
salieron a dar una vuelta de mañana, de paseo y compras.
En la comida lo celebrarían y de postre tomarían tarta, y habría velas, y
después Rebeca se iría a la biblioteca a estudiar y su padre, a la oficina
a terminar unos papeles, el momento perfecto para que su madre le diera su
ansiado regalo.
Lo que parecía un buen plan se estaba convirtiendo en una
eternidad.
Ante las continuas atenciones de su padre y su hermana, a Javi no le
quedaba más remedio que disimular, como si hiciera otra cosa que no fuese
recorrer una y otra vez con su mirada el cuerpazo de su madre.
Ella llevaba una ajustadísima falda de tubo por encima de la rodilla,
medias, tacones y una apretada blusa abotonada hasta el punto justo para
insinuar un escote de infarto.
Por si fuera poco, no dejaba de ser el contínuo objeto de puyas, dobles
sentidos y miradas, lanzadas desde una seductora sonrisa
furtiva.
Por fin, la comida estaba llegando a su fin.
Mmmmm, que rica está esta tarta… -dijo su madre mirándolo, chupándose la
nata del dedo mientras miraba a Javi fijamente a los ojos.
El vello de la nuca se le erizó sólo de verla hacer eso-
¡Sí que lo está, si! -dijo su padre comiéndosela vorazmente- pero ¡eh!
¿Es que no piensas abrir los regalos?
¡Claro! ¡Lo estoy deseando! -dijo Javi. Rasgando el papel del de su
padre- ¡Oooohh! ¿Es el balón oficial? ¡Qué chulo! ¡Muchas gracias
papi!
¡Venga, abre ahora el mío! -dijo su hermana Rebeca-
¡Pero espera! Mamá, ¿Es que no le has comprado nada?¿Qué clase de madre
eres? -remató entre risas-
Bueno… en ese caso sospecho que a Javi tampoco le importaría demasiado
-dijo su madre acercándose a su hija y rodeándola con un brazo, al tiempo
que miraba lascivamente a Javier-
Nadie reparó en nada raro, pero Javi se atragantó con la tarta y empezó a
toser al oír y ver aquello sin dar crédito.
No podía más, veía a su madre medio abrazada a Rebeca y mirándole
pícaramente, y no pudo evitar mirar a su propia hermana con otros ojos…
ésos leggins y la corta camiseta de deporte que llevaba no ayudaron,
precisamente.
Pero lo peor fue ver a su madre usar a su propia hija como un objeto
inconsciente en el juego de excitarle cada vez más.
Tras abrir corriendo el regalo de Rebeca -un par de zapatillas y una
camiseta- y darle las gracias, su madre y él despidieron en el rellano a
su padre y su hermana.
Nervioso como una mañana de Reyes de cuando era
pequeño, Javier entró de nuevo junto a su madre en casa.
Estaba tan excitado que no sabía ni lo que hacer. Su madre le
sonrío.
¿Listo para tu regalo?
Le cogió de la mano… y le llevó a su dormitorio. Javier estaba
impresionado, esto no era el ambiente familiar de su cuarto, él sentado en
su escritorio, con su madre en bata…
Ella le condujo a la enorme y tenue estancia, le sentó en la enorme y
fastuosa cama de matrimonio, y acto seguido se plantó delante de él en su
sexy y elegante atuendo de calle, discreta pero atractivamente maquillada,
con el pelo recogido, pendientes de brillantes, y un regio collar de
perlas que se metía entre su canalillo.
Ahora ya no soy tu madre… excepto cuando te dé morbo que lo sea,
¿entendido?
Cla… claro -dijo Javier con la barbilla temblorosa y un hilillo de voz,
tragando saliva-
Feliz cumpleaños, cielo -dijo ella con una resplandeciente sonrisa, y se
soltó el recogido liberando su preciosa melena-
Antes de que él pudiera reaccionar ante esa imagen, ella le plantó un
salvaje y húmedo beso en los labios.
Javi apenas había empezado a pensar que ése era de hecho su primer beso
de ese tipo con ella, y ya tenía la lengua de su madre navegando en su
boca.
Mientras disfrutaba del increíble beso de tornillo que estaba recibiendo,
y pensando que éso era sorprendentemente con diferencia lo más sexy y
excitante que había hecho con ella, notó sus habilidosas manos desabrochar
su pantalón y arrojarlo lejos, junto con sus calzoncillos… la erección de
Javi saltó como un resorte.
La estrategia de su madre durante todo el día había hecho su efecto, y
tenía la polla durísima, venosa, sensible y brillantes gotas de líquido
preseminal brotaban de su cipote.
Mírame bien -dijo su madre desprendiéndose de la blusa y la falda.
Javi estaba anonadado y no sólo por lo obvio. De sus excursiones al cajón
de la ropa interior de su madre dedujo dos cosas: Que ése no lo tenía
anteriormente y que, de hecho, no tenía nada ni lejanamente tan atrevido y
excesivo.
¿Te gusta? -dijo ella divertida adivinando los pensamientos de su hijo-
Lo he comprado especialmente para ti -continuó mientras se le acercaba
pegándose a él, y exhibiéndose a la vez- no eres facil de sorprender, mi
pequeño metomentodo
Si la primera vez ella le había hecho una mamada funcional, tierna y
cariñosa, fruto sólo del deseo de ayudarle a descargar, ésta no tenía nada
que ver.
Su madre le chupaba la polla lascivamente, con lujuria. Se la metía hasta
la garganta y succionaba con fuerza y rapidez, y ahora bajaba con su
lengua por el escroto de Javi, relamiéndole los huevos mientras pajeaba su
duro pene babeado por ella.
Pero no acabó ahí; con una mano levantó un poco la pierna de su hijo y
bajó aún más, relamiendo su ano mientras no paraba de
masturbarle.
Pronto pasó a ser un beso de tornillo como el de antes, pero en el
agujertio de su hijo en lugar de en su boca. Introducía viciosamente la
lengua.
Satisfecha del efecto causado, su madre sonrió y paró, de
momento.
No quería que su hijo eyaculase demasiado pronto y estaba segura de que
lo haría irremediablemente si seguía así.
Subió a la cama con Javi, encima de él, y dejó que le pusiese sus manos
en el culo, magreándolo con lujuria mientras le besaba y comía los
pezones.
Empezó a restregar su entrepierna contra la de él. Ella misma estaba tan
cachonda que lubricaba el pene de su hijo restregándole su húmeda
vagina.
Cuando creyó que era el momento apropiado, le dió otro apasionado beso y,
por fin, se empaló en su durísima polla, y comenzó a cabalgarlo.
¡¡¡OOooaahhh!!! ¡¡¡Si, mami, siii!!!
Mmm, qué, mi niño, ¿Te gusta? ¿Te gusta volver al coño de tu mami?
¡¡Oh, joder, sii!! ¡Dios! ¡Está tan mojado! ¡Y caliente! ¡¡Es un
gustazooo!!
¡¡Vamos, pues entonces fóllame!! ¡Vamos suéltate y dame lo mío!
¡Ooohhh, si, toma rabo puta!
¡Oooohh, si cielo dame polla!¡¡Fóllame bien duro antes de que vuelva el
cornudo de tu padre!!
Javier estaba desatado. Sentía unas cotas de placer hasta ahora
desconocidas y el morbo que desprendía su madre lo potenciaba hasta el
infinito.
¡Joder, qué zorra eres! ¡Pero cómo se puede ser tan puta!
¡¡Dios si hasta
has usado a Rebeca, mamá eres una pedazo de guarraa!!
¡Mmmm, cómo te gustan los culitos! Pues espera cielo, que aquí viene tu
auténtico regalo -dijo ella separándose… y abriéndose las nalgas con las
manos.
La abertura en el tanga no sólo destapaba su vagina… también dejaba
a la vista un ojete sonrosado y redondito- ven aquí cariño… ya sabes
lo que hacer.
¡¡Oooh, si!! ¡Dios, asi! ¡¡Vamos, sodomízame, Javier!! ¡¡Párteme el culo,
cielo!! ¡¡¡Sé un buen niño y revienta a pollazos el culo de tu madre,
jódele bien el culito a mamáaa!!!
La excitación de Javier llegó a su nivel extremo, necesitaba eyacular.
Sus testículos estaban grandes e hinchados y sonaban a cada empellón
contra el culo de su madre, necesitaba descargarlos con urgencia.
Su madre no estaba tan mal, pero ni de lejos quedó tan entera como la
última vez.
Pareció costarle físicamente cuando se repuso, se incorporó,
le dió a Javi un largo y húmedo beso, y cogió un pequeño batín de satén
para cubrirse. Se miraron y se sonrieron.
Ella se agarró las caderas bajo
su bata, y se bajó el pequeño tanguita. Se lo tendió a Javi.
Estaba absolutamente cubierto de semen… y algo más.
Toma. -le dijo sonriéndole sexy al oido, mordisqueandole el lóbulo de la
oreja- Ésta vez va mi corrida aparte de la tuya.
Puedes quedártelo, a ver si así dejas de cogerme los míos.
Gracias, mami… De verdad, muchísimas gracias.. Por todo. Ha sido el mejor
cumpleaños de mi vida.
De nada cielo.
0 Comentarios
Déjame saber que te pareció este relato, por favor solo te pido que seas respetuoso con lo que escribes