Pecados inconfesables, anhelos, fantas铆as…. Aqu铆 todo tiene cabida.
La Confesi贸n de Gabriel 4
Gabriel se fue a casa sinti茅ndose el puto juguete sexual de La Tere, ten铆a “sentimientos” encontrados.
Estaba enganchado al espectacular sexo de “La Sordomuda” y a la vez, era consciente de que ella estaba casada y 茅l ten铆a que salir con gente de su edad. As铆 que esa tarde, qued贸 con Paula.
Quedaron en el parque, pero Gabriel no quer铆a que les viera Tere, as铆 que se fueron detr谩s de la asociaci贸n para tener un poco m谩s de intimidad.
All铆 hab铆a una zona recreativa con mesas, bancos, y un par de barbacoas.
Gabriel y Paula como adolescentes empezaron a dejarse llevar. Sus bocas se empezaron a devorar, sus manos recorr铆an el cuerpo del otro.
Paula se sent贸 encima suya y empezaron a enrollarse m谩s y m谩s. Paula empez贸 a mover las caderas, sintiendo c贸mo la entrepierna de 茅l crec铆a y crec铆a.
Ya estaba anocheciendo cuando Gabriel se levant贸 con Paula en brazos y la sent贸 encima de la mesa.
脡l se sent贸 en el banco mirando hacia ella, la levant贸 un poco la faldita, le abri贸 las piernas, ech贸 la braga a un lado y se dispuso a tener su merienda-cena particular.
Comenz贸 a lamerla como le hab铆a ense帽ado La Tere. Primeramente, bes贸 sus labios, jug贸 con ellos, su lengua recorri贸 cada pliegue, jug贸 con su cl铆toris y, al introducir sus dedos Paula se derriti贸 en un orgasmo tremendo.
“No s茅 si lo que pas贸 fue un squirt, pero dej贸 el hormig贸n de la mesa chorreando. Con La Tere jam谩s hab铆a sentido eso”.
Gabriel se puso en pie, se baj贸 los pantalones, la cogi贸 de los muslos y se la introdujo despacio, no sin antes ponerse el cond贸n tal y como le hab铆a dicho Tere.
- Qu铆tatelo, quiero sentirte por primera vez.
Gabriel se lo quit贸, la estuvo follando suavemente, el culo de Paula segu铆a directamente en el hormig贸n de la mesa.
La cara de Paula era una mezcla de dolor y placer, sus miradas, sus besos, sus caricias.
A cada embestida Gabriel sent铆a sus contracciones, sab铆a que la hac铆a da帽o en cada penetraci贸n, pero a pesar de eso, notaba c贸mo su co帽o se contra铆a, de tal modo que Paula se volvi贸 a correr.
“Al sentir sus contracciones, me corr铆 dentro de ella sin protecci贸n. ¡Fue espectacular, Valentina! follar despacio, sintiendo nuestros cuerpos estremecerse, teniendo control sobre el sexo”.
Gabriel se fue a casa completamente satisfecho, por una vez en su vida no se sent铆a un juguete, se sent铆a HOMBRE.
A la ma帽ana siguiente, se levant贸 empalmado, se masturb贸 pensando en la cita que ten铆a al mediod铆a en casa de Tere. A pesar de haberse masturbado, su nivel de excitaci贸n era elevado.
Estuvo toda la ma帽ana cachondo, se sent铆a bravuc贸n. Se sent铆a un hombre que iba a follar con una mujer, y no el adolescente que unos d铆as atr谩s fue echado con una palmada en el culo de la casa de " la sordomuda".
Al mediod铆a subi贸 a casa de La Tere, iba nervioso y no sab铆a por qu茅. Entr贸, cerraron la puerta tras ellos y comenzaron a besarse.
“Te juro Valentina, que yo la notaba rara. Sus besos no eran como los de las otras veces”
Bes谩ndose llegaron al pasillo, la ropa comenz贸 a estorbar y a caer por el suelo. Tere se qued贸 en tetas y un tanga rojo.
Gabriel qued贸 obnubilado al verla medio desnuda. Baj贸 recorriendo desde su cuello hasta su pecho, las chup贸, las mordi贸 y las apret贸.
Sigui贸 su recorrido hacia la pelvis, dio un buen repaso al monte de venus, apart贸 el tanga rojo, introduciendo su lengua entre los labios y foll谩ndoselo como muchas veces le hab铆a guiado Tere.
“Sab铆a que algo no era normal, en estas ocasiones ya se habr铆a corrido como una loca. Pero aquel d铆a no fue as铆, hasta que me dej贸 perplejo”.
- ¿As铆 se lo comiste ayer a tu amiguita en el banco? -Dijo la Tere con tono recriminatorio.
- Si quieres me voy.
- De eso nada, termina lo que has venido a hacer.
Gabriel continu贸 lamiendo aquel co帽o, 茅l cada vez estaba m谩s excitado, disfrutaba viendo c贸mo Tere se conten铆a tanto en sus gestos como en los gemidos.
Pero su co帽o… Su co帽o la delataba, estaba disfrutando como una perra, estaba mojado, lleno de fluidos que Gabriel recog铆a con su lengua, saboreaba y deleitaba.
Poco tard贸 Tere en empezar a mover sus caderas, pero no como habitualmente hac铆a. Algo la manten铆a contenida, era como si su mente estuviera en otra parte, no all铆 disfrutando.
Gabriel continuaba lamiendo sus labios, recorr铆a cada pliegue, despacio, aquel d铆a se estaba recreando. Introdujo su cl铆toris en la boca, empez贸 a chuparlo.
Tere gimi贸 y, en ese momento, Gabriel introdujo dos dedos en su vagina. Sus caderas se movieron m谩s intensamente.
Los lamidos pasaron a ser leng眉etazos, la mezcla de saliva y flujo chorreaba hasta el perineo de Tere.
Gabriel sac贸 los dedos de su co帽o, los unt贸 de la mezcla y en poniendo los dedos como si fueran unas tijeras introdujo uno en su co帽o y el otro en el culo.
La respiraci贸n de Tere cambi贸, la follaba con los dedos y con su lengua lam铆a un cl铆toris cada vez m谩s hinchado, a punto de descapullar entero de puro placer.
Las manos de Tere agarraron la cabeza del peque帽o Gabriel y gui谩ndole en sus movimientos se corri贸. Pero 茅l no par贸 de lamer, recog铆a cada gota que aquel co帽o dilatado expulsaba.
Una vez limpia, la puso a cuatro patas, se coloc贸 detr谩s de ella, el deleite fue esta vez en su ano. Lam铆a desde el ano hasta donde le llegaba la longitud de su lengua.
Las caderas empezaron a balancearse de nuevo, Gabriel pensaba que se le iba a rajar la piel de la polla. Estaba dur铆simo.
Unas semanas atr谩s se hubiera corrido sin control, pero hab铆a estado practicando a base de pajas y empezaba a controlarse.
Tambi茅n hab铆a practicado con la respiraci贸n y por supuesto, todo eso lo hab铆a estado poniendo en pr谩ctica con Paula.
La posici贸n de control que hab铆a tomado Gabriel le hac铆a sentirse ya no como un “pajillero” si no como un verdadero hombre.
Su lengua lam铆a su ano, su pulgar follaba lentamente el co帽o y sus dedos acariciaban su cl铆toris y labios menores.
De la boca de Tere solo sal铆an gemidos, no articulaba palabra alguna. Con las caderas buscaba ser penetrada por m谩s dedos, pero Gabriel segu铆a lamiendo y llevando el control.
Cuando not贸 la desesperaci贸n en sus movimientos, sac贸 el pulgar de su co帽o y lentamente lo introdujo en su ano, jug贸 en 茅l hasta que lo dilat贸. Una vez dilatado, se sac贸 la polla y la puso justo en su ano.
- Hay lubricante en el caj贸n de la mesilla.
- ¡C谩llate! Hoy har茅 lo que me d茅 la gana. Si no te gusta me lo dices y me voy con mi polla a otro culo. ¿Entendido?
Escupi贸 en su ano y empez贸 a empujar, costaba entrar, Tere apoy贸 la cabeza en la almohada, se agarr贸 las nalgas y las separ贸 abri茅ndose el culo.
Entr贸 la punta del capullo, Tere dio un gemido tremendo, suplicaba que siguiera.
- Sigue, no pares.
“Estaba muy cachondo y ella igual. Pero su ano estaba m谩s apretado de lo normal”.
Gabriel no quer铆a lastimarla. Sac贸 la polla y la restreg贸 bien por el co帽o empapado y se la meti贸 casi entera del tir贸n.
“Tere peg贸 unos gemidos ahogados en la almohada, no s茅 si de dolor o placer. Yo me qued茅 all铆 quieto dentro de ella”
Gabriel apret贸 un poco m谩s hasta meterla hasta el fondo, comenz贸 a follarla. Tere mord铆a la almohada, notaba c贸mo se estremec铆a, la agarr贸 por las caderas y como un animal desatado empez贸 a bombear dentro de ella.
Sus huevos revotaban en su culo, estaba muy apretado y eso le daba mucho morbo. Tere llev贸 sus dedos al co帽o y su esf铆nter empez贸 a relajarse poco a poco.
Las arremetidas de Gabriel fueron en aumento, se ech贸 un poco m谩s encima de ella, la agarr贸 del pelo con una mano y con la otra en su hombro, la foll贸 hasta que, en una de las contracciones de su culo, le apret贸 tanto la polla que la llen贸 el culo de lefa a la vez que Tere se corr铆a.
Cayeron los dos rendidos sobre la cama, Tere boca abajo y Gabriel sobre ella a煤n con su polla dentro.
Tir贸 de ella para elevarla, arremetiendo nuevamente, pero mirando el reloj de la mesilla:
Dio un muerdo a Gabriel, agarr谩ndole de los huevos le dijo con voz sensual:
- Folla con quien quieras, pero… cuando yo te llame, tienes que follarme a m铆.
“Me apret贸 los huevos, me dio un beso con lengua que me la volvi贸 a poner dura. Y como de costumbre me ech贸 de su casa. No sin antes de meterla un dedo en su co帽o”
Cuando Gabriel sac贸 el dedo, lo sac贸 empapado, lo meti贸 en su boca y luego en la de ella.
- Sigues mojada y deseosa.
La repas贸 bien el co帽o con la lengua, se visti贸 y se march贸.
- Me voy, pero oliendo a tu co帽o.
Gabriel abandon贸 la casa de La Tere como el resto de los d铆as, pero ese d铆a, ese, se sent铆a un HOMBRE.
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