Atrapados en el ascensor

Mia_Conti_@realmiaconti
El ascensor 

Es mi primer verano de separada, y me vine a Isla Canela de vacaciones con unas amigas.

Nos conocimos en un grupo de solteros de Facebook, y la verdad es que en seguida hicimos buenas migas y congeniamos perfectamente.

Todas somos mayorcitas y todas separadas. Como dice aquél… ¡Qué peligro tenemos!

Nos alojamos en uno de los hoteles más altos de aquí, nada más y nada menos que ocho plantas. Como para subir y bajar por las escaleras.

Vinimos por solo cinco días, pero lo teníamos todo pensado. A Noelia se le da bien la planificación y organizó un viaje para recordar. Salidas nocturnas, excursiones, actividades de día, spa, gourmet… Y¡Mucha fiesta de solteras!

Llegamos el lunes al mediodía, al ser tres nos alojamos en una sola habitación, como si fueramos niñas pequeñas, emocionadas por la convivencia que íbamos a compartir. 

Risas, complicidad y el marujeo estaba garantizado.

Parece que los astros se alineaban a nuestro favor. La primera noche vimos que había varios grupitos de solteros por el hotel. Cosa que era de agradecer, ya que normalmente son siempre familias.

Al ser un hotel tan grande, había varias hileras de ascensores, todos panorámicos. Lo que daba la oportunidad de ver las instalaciones del hotel desde las alturas. 

Y desde la última planta incluso la playa.

Una de las tardes que veníamos de la playa, mis amigas se quedaron en la piscina mientras yo subía a la habitación para ir duchándome. 
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Quería alisarme el pelo y ponerme despampanante. Había echado el ojo a un soltero, y bueno, la noche anterior había empezado el coqueteo, aunque ni siquiera hablamos, solo las miradas cruzadas en la discoteca del hotel.

Fui directa al hall del hotel y me dispuse a coger el ascensor. Había bastante gente así que me tocaría esperar.

Iba ensimismada con el móvil. Cuando llegó el segundo ascensor entré y me acomodé al final del mismo, ya que nuestra planta era la última.

Cuando me quise dar cuenta, noté cómo me acariciaban la pierna disimuladamente. 

Llevaba un vestido corto color crudo, con un escote en uve. Miré pensando que sería algún niño, pero cuál fue mi sorpresa que no era ningún niño, si no el solterito al que había echado el ojo.

-        Buenas tardes señorita. Si me permites te acompaño.

-        Jajaja. Buenas tardes caballero. No hace falta, gracias. Sé ir solita.

Sonrió ante la mirada del resto del ascensor. La gente fue bajando hasta llegar a la séptima planta, en la que nos quedamos solos.

Me miró con una sonrisa pícara, la cual fue correspondida con otra igual.

Sonreímos y sin dudarlo me acerqué a él. Mi intención era susurrarle al oído, pero al acercarme su boca invadió la mía. 

Sus labios carnosos secuestraron los míos. Sus grandes manos cogieron mi cuello y mi cintura. Llevándome hacia él.

Y no sé cómo, atinó a dar el botón de parada. El ascensor quedó quieto, entre las dos plantas, sus manos se metieron entre mis braguitas, buscando mi clítoris.
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Sus labios devoraban los míos, mi sexo se humedecía. Sin mediar palabra deslizó sus dedos entre mis labios vaginales, haciendo que éstos se humedecieran más. 

Subí mi pierna a su cadera, y su mano se deslizó hacia atrás, teniendo pleno acceso a mi culo.
Sin dejar de comerme la boca, profundizó entre mis nalgas, llegando a mi ano. Lo pasó y llegó a un charco de flujo.

Mi coño estaba desbordado. Yo estaba muy excitada, la situación era de película.

El ascensor parado, la alarma sonando, él besándome, vistas panorámicas, me preguntaba si desde abajo se vería algo. Y sinceramente...Me daba igual.

Quería disfrutar, y así fue. Su boca bajó hacia mi escote, lo abrió y aprisionando con sus dos manos mis pechos los sacó y devoró.

El ascensor no iba a estar mucho más parado, pronto los de mantenimiento verían que no era una avería y accionarían de nuevo el mecanismo. 

Así que estando ya en esa situación me dejé llevar. Le acaricié el paquete para sentir lo que me podría encontrar. Y fue una sorpresa muy grata. Tenía un buen miembro.
Me miró y sonrió.

-        ¿Lo quieres dentro verdad?

-        Oh sí. TO-DO.

Me puse de espaldas a la cristalera. Mi pierna en su cadera, echó a un lado la braga del bikini y con un movimiento certero la introdujo hasta el fondo.

¡Joder! O hacía mucho que no follaba y se me había encogido el tema o tenía un miembro de medidas considerables.

Quería sentirla profundamente, y así se lo hice saber. Mis caderas acompañaron sus embestidas mientras sus manos aprisionaban mis tetas. 
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Nuestras bocas se besaban al principio, según íbamos aumentando el ritmo de nuestros movimientos se separaron para poder gemir, quedándonos a escasos centímetros la una de la otra, pudiendo sentir la respiración agitada de ambos.

Los movimientos eran secos, rítmicos y profundos. 

Me cogió casi en volandas, con sus manos en mi culo. Tenía un movimiento de cadera que me hacía volar. 

Estaba a punto de correrme, el morbo de la situación había desencadenado mi éxtasis interior. Me corrí entre gemidos y temblores. 

Él siguió embistiendo durante unos segundos más.

Justo arrancó el ascensor, cuando dio la última embestida corriéndose en mi braguita, me la colocó besándome dulcemente, me ayudó a vestirme y para cuando las puertas del ascensor se abrieron, ya estábamos los dos cada uno en un lado.

Salimos del ascensor como si nada hubiera pasado, salvo por el "polvazo" que acabábamos de tener en apenas unos minutos.

¿Su nombre? Quizás en el próximo encuentro.

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