Esto que voy a contar acaba de pasar hace tan solos unos días.
Ya sabéis de mi afición por las duchas.
Ahí lo dejo….
Estábamos disfrutando de las típicas vacaciones de navidad en una casita rural en un pueblecito de Aragón.
Nos fuimos toda la familia por parte de mi marido.
Suegros, tíos, primos y hasta algún primo segundo.
Es una tradición familiar.
Llevábamos allí desde el día de la lotería, y ya estábamos a veintiocho de diciembre, nada más y nada menos que seis días sin intimidad, sin apenas privacidad y haciendo turnos para casi todo.
Esa tarde me tocaba ducharme después de los pequeños, un verdadero suplicio, porque aunque sus padres recogían las cosas, el servicio parecía una sauna o Londres a finales de 1888 cuando Jack el destripador hacía de las suyas en el barrio de Whitechapel.
Aproveché que la mayoría se fueron a dar una vuelta por el pueblo para ducharme, y así poder tener más tiempo de relax.
Me preparé las cosas y me encerré en el servicio. Coloqué mi ropa y el neceser, hice pis mientras echaba un vistazo a Facebook y fíjate tú, encontré la página de Relatos Eróticos, estuve leyendo uno de sus relatos y me puse a mil.
Hacía mucho que no leía literatura erótica, me gustó tanto que empecé a tocarme según me iba desnudando.
Desabroché la cremallera de la chaqueta, estaba sola, pero a la cabeza me vino un hombre de casi metro ochenta, moreno con canas, labios carnosos, ojos marrones, constitución fuerte.
Llamémosle David, como el del relato que acababa de leer.
Me ayudó a quitármela, estaba detrás mía, acaricié mi cuello, pensando en sus labios recorriéndolo.
Bajé el tirante de mi sujetador, sus labios recorrieron mi hombro, bajé el otro, sentía como su lengua humedecía mi hombro, lo desabroché y dejé caer al suelo.
Cogí mis pechos desde abajo, cerré los ojos, y mis manos se convirtieron en unas manos fuertes y grandes, tocaban mis pechos con sutileza pero con firmeza.
Cogidos desde abajo los apretaba y tiraba de ellos con delicadeza hacia fuera, metió unos dedos en mi boca, los lamí y los pasó acariciando mis pezones.
Hizo la misma operación con la otra mano y el otro pecho. Las colocó debajo y con los dedos pulgar e índice aprisionó ambos pezones, tiraba de ellos, retorciéndolos, dándome un puntito de dolor muy placentero.
Bajó sus manos hasta los pantalones, recorriendo mi vientre, deshizo el nudo del pantalón y le ayudé a bajarlos. Junté mis piernas y pensando que él estaba sentado en la taza, comencé a bajarlos lentamente, moviendo mis caderas como lo hace Jessica Rabitt, bajándolo lenta y sensualmente.
Al sobrepasar el culo, me sentía sexy, muy sexy y mirando hacia donde estaba él, me di un pequeño azote y le guiñé un ojo, con cara picarona.
Dejé caer los pantalones, y me acercó hacia él, mis manos acariciaban mi vientre, en mi mente eran sus labios y lengua, bajando por él hasta llegar al encaje de mis braguitas.
Me las bajó y beso mi monte de venus.
Mis braguitas cayeron, y una vez desnuda nos metimos en la ducha.
Abrí el grifo, dejé que se calentara, aunque a mí me sobraba temperatura, me metí debajo de la ducha, sintiendo como el agua recorría mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies.
Sintiendo cada gota resbalar por mi piel, imaginando su lengua por mi cuerpo.
Sentí nuevamente sus manos en mis tetas, me las tocaba, las magreaba, mis pezones volvían a estar entre sus dedos, los apretaba y retorcía, qué placer y dolor.
Cada vez me los apretaba un poco más fuerte.
Una vez estimulados los pezones bajó sus manos por mi cuerpo hasta mi coño.
Me abrió las piernas y empezó a jugar con mi clítoris.
Mis dedos se perdieron en mi coño.
Estaba excitada.
Nunca me había masturbado fuera de mi casa, y más estando mis suegros pasando por el pasillo.
Se oía el ir y venir de la familia que quedaba.
Me ponía cachonda, me daba mucho morbo, estar tocándome en la ducha, teniendo mi propia fantasía con David.
Mis dedos empezaron a rodear mi clítoris, pero sentía que con el agua de la ducha no me lubricaba bien.
Así que me escupí en la mano y la restregué por él, volví a mojarme los dedos y me centré en él.
Lo rodeaba y cada dos o tres vueltas pasaba por encima de él, ejerciendo una ligera presión, bajaba hasta la entrada de la vagina y hacia lo mismo.
La rodeaba y amagaba con meterlos.
Empezó a descapullar y a hincharse, le tocaba y rodeaba, quería centrarme en él, quería explotar ya cuando mis ojos vieron aceite de niños.
Mi coño se estremeció, y un deseo irracional de follarme el culo acaparó mi mente.
Unté mis dedos en aceite y los dirigí hacia mi ano.
Sí, quería que David me follara el culo, así que empecé a dilatarme.
Hacía círculos en él, y empecé a hacer presión.
Pasaba una y otra vez, y cada vez ejercía un poco más de presión.
Necesitaba más lubricación, así que me volví a echar aceite en los dedos, y lo extendí por mi ano.
Hice más presión y mi dedo corazón entró, empecé a moverlo despacio, sin prisas.
Intenté llegar con el pulgar al clítoris pero no llegaba, pero sí llegaba a metérmelo en el coño.
¡Ummmm qué gusto! Los metía y sacaba.
Mi culo no estaba acostumbrado y la postura no era muy cómoda.
Me recoloqué poniendo el pie encima del poyete que había al otro lado del plato de ducha.
Y me volví a meter el dedo en el culo.
Con la otra mano me acariciaba el clítoris, lo rodeaba, me lo pellizqué.
Uys! Qué rico, notaba cómo me salía el flujo de mi coño.
Me saqué el dedo del culo y me metí dos.
Qué gozada, imaginé la boca de David ahí de rodillas follándome el culo con su lengua, una lengua fina y dura.
Estaba muy excitada, sacaba y metía los dedos, tenía una sensación extraña, pero me gustaba.
Empecé a moverlos más rápido y los del clítoris también.
Pero…. Miré a la alcachofa de la ducha, paré de follarme y la agarré.
Vi que se podía poner de diferentes maneras el chorro, un diablo salió de mi cabeza, es igual que la de casa, así que la puse para que saliera en un solo chorro a “presión”, la dejé en el suelo, me di más aceite en el culo y ……
La cogí con la mano izquierda, puse de nuevo el pie en el poyete y los dedos de la derecha en mi culo.
Los introduje y empecé a follármelo de nuevo.
Acerqué la ducha al clítoris y me estuve dando directamente sobre él, lo alejaba y acercaba para notar diferentes ondas, mis dedos entraban y salían, mi mente volaba.
David estaba ahí, me tenía apoyada de cara a la pared follándome el culo mientras sus manos torturaban mi clítoris.
Como pude abrí más el grifo para que saliera más cantidad de agua, y la puse en agua fría.
Me recorrió un calambre por todo el cuerpo.
Mi culo estaba bien dilatado, y mi coño, mi coño estaba deseoso de sentir su lengua por él.
¡Joder, qué ganas!
Me dolía el clítoris, estaba como entumecido, así que cambié al agua caliente.
Mis dedos seguían entrando y saliendo, las piernas me empezaban a temblar y yo casi sentía la respiración de David en mi nuca mientras me apretaba y empujaba más y más.
Oía pasos por el pasillo pero ya no quería ni podía parar.
Estaba a punto de correrme, mis dedos entraban y salían, las piernas me temblaban, sentía contracciones en el ano, me puse de rodillas y apunté desde la distancia el chorro hasta el clítoris.
Diez segundos no pude más, tiré la alcachofa de la ducha al suelo y metí dos dedos en el coño.
Me faltaban manos, las de David retorciendo mis pezones.
Apoyé la cabeza en la pared y ahogué mis gemidos mordiendo mi brazo.
El frío de la pared me llevó de nuevo con David.
Su polla follándome el culo y sus dedos mi coño.
Sentí cómo me llegaba, contracciones en el culo y en el coño.
No podía más….
Me corrí caída en la ducha.
Noté como mi flujo caliente chorreaba por mis muslos al sacar los dedos.
Primero los del coño, los del culo los dejé todavía un poco más.
Me sentía guarra, muy guarra y los seguí moviendo durante unos minutos más.
Imaginando los empujones que David me estaría dando para terminar de correrse dentro mía mientras me apretaba del cuello susurrándome
“¡Buena chica, mi putita!”
¡Putos morbosos pervertidos!
¿Pensabais que me iba a meter la ducha por el culo? Jejeje. Quizás algún día, pero no fue ese.
💥Relato Siguente: Apartamento 1054
0 Comentarios
Déjame saber que te pareció este relato, por favor solo te pido que seas respetuoso con lo que escribes