La Fantasía de Laura V


Joder nena, traes un brillo y una chispa especial en los ojos.

Miradas cómplices y ardientes perduraron en sus ojos toda la noche.

Todavía no eran conscientes de lo que habían desatado. 

¿Qué pasaría con sus relaciones? ¿Cambiaría algo entre ellas? 

Demasiadas preguntas rondaban por la cabeza de Laura.

 Cambiaron de pub por petición de los chicos, les apetecía cambiar de música. Se fueron al Warworld, música rock y heavy. Estuvieron poco tiempo, ya que a las chicas les apetecía más bares o pubs de música pop o latina.

Unos cuantos bares después, sobre las 6 de la mañana decidieron que era hora de retirarse.

Al salir del último bar se despidieron y se separaron, Laura -Raúl y Susi-Miguel se fueron juntos a coger el metro.
 
Esperaban a coger el primer metro de la mañana, la noche se había dado de maravilla y ya amanecía.

Línea 6, parada Oporto destino Avenida de América. En el andén había bastantes personas, una extraña mezcla. Unas iban de recogida y otros iban a trabajar a pesar de ser domingo, sus caras lo decían todo.

Llegó el metro, consiguieron dos asientos libres, uno enfrente del otro. Se sentaron los chicos y las chicas encima de ellos.

Les restaban 30 minutos de trayecto. Nunca habían cogido el hotel tan lejos, pero este fin de semana su presupuesto era algo más escaso. 

Por lo que no se pudieron quedar en el centro como solía ser lo habitual cuando quedaban en Madrid.

Las chicas se sentaron de lado, dándose besos con sus chicos, sin importarles mucho los demás pasajeros. 

Las manos de ellos en sus cuellos, y las otras en sus muslos, bueno….. entre sus muslos.

La mano de Raúl recorría la espalda descubierta de Laura. La otra se perdía por dentro del vestido, llegando a rozar la braguita e incluso a apretar el botoncito, ese divino botón de placer. Laura pegó un pequeño respingo al sentirlo, lo miró, se acercó al oído y le susurró:

-         Quiero que me folles.

-         Claro nena, en cuanto lleguemos al hotel te haré mía. Respondió Raúl.

-         Creo que no me has entendido. Quiero que me folles, ahora.

Estaba muy caliente por lo sucedido aquella noche con Susi, no podía quitársela de la cabeza. Su cuerpo la pedía sexo, y más adrenalina. Quería morbo, mucho morbo. Y lo iba a tener.

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Se levantó, y se volvió a sentar de espaldas a Raúl, mirando hacia Susi y Miguel. Al sentarse dejó que su vestido quedará por encima de los pantalones de Raúl, y de esa manera comenzó unos ligeros movimientos pélvicos, apenas perceptibles para los pasajeros. 

Esas palabras susurradas en su oído y esos movimientos no dejaron indiferente a Raúl, lo que dio paso a un endurecimiento del mismo. 

Raúl puso sus manos en las caderas, pero muy sutilmente Laura las llevó para la parte de su culo, se giró y le dijo que se desabrochara la bragueta y que se la sacara. Raúl la miró confundido, ¿En serio quiere que me la saqué? Pensó. 

Miró a su alrededor para ver si alguien les estaba observando. 

Los viajeros del vagón estaban entretenidos, unos con los móviles, otros con libros, otros durmiendo y otros como Susi y Miguel investigando la anatomía humana. 

Raúl se sintió seguro y disimuladamente metió la mano por debajo del vestido, Laura se echó un poco hacia delante para dejarle maniobrar, se desabrochó la cremallera y el botón, y se la sacó.
 
En ese momento Raúl fue consciente, ¡Coño, no lleva bragas!. ¿En qué momento se las había quitado? ¿Cómo es posible que no me hubiera dado cuenta? Pensó Raúl.

Dio 2 golpecitos a Laura en su nalga derecha y ella retrocedió con cuidado, buscando ese primer instante de placer al sentirse penetrada.

 Mmmmm movimiento sutil, penetración lenta, entró muy suave. Su mirada estaba clavada en Susi, viendo cómo besaba a Miguel con su mano en la entrepierna. 

Laura se mordió el labio inferior instintivamente,  estaba perfectamente lubricada, excitada y dilatada. 

Ahora sólo quedaba acompasar los movimientos con el traqueteo del metro. 

Resultó difícil coger el ritmo del vagón, dado que los movimientos tenían que pasar desapercibidos. 

Laura tenía que suplir los movimientos de penetración normales por contracciones de sus músculos vaginales. 

Raúl sentía toda la humedad de su chica, y eso junto con el morbo de tener la polla dentro de su coño, hacía que estuviera durísimo, con una erección de caballo.

Laura subía levemente, y se dejaba caer con los músculos bien apretados. 

Subía otra vez, y repetía la misma operación.

Cada dos o tres movimientos, paraba, y comenzaba una secuencia de apretar y relajar los músculos, como si la polla de su chico fuera un Squizzy. Y cómo le gustaba a ella ese maravilloso y engrosado Squizzy. 

El morbo era máximo, no se podía pedir más. Laura estaba desenfrenada, más bien su coño, hasta que se cruzó con la mirada de Susi. Eso la terminó de encender y no pudo contenerse. 

La mirada se la oscureció, y no podía dejar de morderse el labio.
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Comenzó a elevarse más del regazo de Raúl y a dejarse caer más rápidamente. 

Cada vez se levantaba un poco más, y sus movimientos se hacían más evidentes. Raúl, la intentó parar, apretando sus manos a las caderas, con intención de que no se levantara más de la cuenta, pero iba como una yegua desbocada.

 El ritmo de las penetraciones, las contracciones y el morbo de la situación, les estaban llevando rápidamente a un desenlace precipitado. Raúl ya no podía mas que apretar las caderas de Laura, tenía su cabeza clavada en su espalda, escondiendo su cara de placer.

 Por el contrario Laura seguía mirando a Susi, su mirada era correspondida, lo que la excitaba mucho más. 

Sus ojos estaban clavados en los de la otra. 

Oscurecidas las miradas, Laura se apoyaba en sus muslos para facilitar el movimiento, aprovechaba también para acariciarse cuando estaba abajo. 

Susi no perdía detalle de lo que estaba sucediendo, y al notar que el tren de su amiga iba a descarrilar, se levantó y se acercó a ellos, poniéndose delante de Laura, quedando las piernas de Raúl entre las de ella.

Raúl notó algo diferente y levantó la cabeza, al verla allí, delante de ellos sabiendo perfectamente lo que estaba sucediendo, le puso la polla mucho más dura si cabe. 

Laura abrazó a su amiga, hundiendo la cabeza en su tripa, y apoyándose en ella para disimular sus movimientos, empezó a subir y bajar más frenéticamente. 

Raúl empezó a acompañar a Laura con movimientos de cadera.

 Ocultándose en la protección que les proporcionaba Susi y exprimiendo al máximo el morbo de la situación, Raúl se dejó llevar, y dio dos estocadas mortales al coño de Laura, dejándolo lleno de su elixir. 

Al mismo tiempo Laura contraía su coño para tener más presión y sentir cómo el pollón de su chico explotaba a la vez que ella llegaba al clímax, ahogando sus gemidos en Susi, la cuál irremediablemente notó como todo su sexo se mojaba.

¡Vaya polvazo que hemos echado! Ésta chica me vuelve loco. Pensó Raúl.

Estaban a unos cinco minutos de su parada, y quedaba lo más difícil. Tenían que recomponerse. 

El tema estaba complicado, ya que todo el pubis de Raúl estaba lleno del flujo de Laura, más parte de su corrida que iba cayendo lentamente por su tronco cada vez que Laura se levantaba un poco.

 No podía parar de moverse, y de contraer los músculos, seguía apoyada en Susi terminando de disfrutar de aquel polvo cocinado a fuego lento desde que salió del baño con ella.

Susi les dio un par de pañuelos de papel para que se limpiaran, Raúl levantó a Laura un poco y al hacerlo notó parte de su corrida cómo le caía encima. Se limpió como pudo y se abrochó. 

Se guardó el papel en el bolsillo y con el otro intentó limpiar a Laura, pero no le resultaba fácil. Solo llegaba a limpiarla la zona del ano, y esa precisamente estaba limpia. 

Metió un poco más la mano, pero solo llegó a rozar un poco de la exquisita mezcla de flujos con su dedo corazón. Se empapó de ellos, y al retroceder no se pudo resistir a jugar un poco en su ano. 

Lo recorrió lentamente, untándolo bien, sintiendo cada uno de los pliegues de ese culo que tanto le gustaba. 

Instintivamente le introdujo la primera falange, entraba perfectamente, Laura movió la cadera, echándola hacia atrás. 


Raúl movió el dedo varias veces, metiéndoselo lentamente, cada vez un poco más.
De repente el metro anunció: Próxima parada Avenida de América correspondencia con líneas 4, 7 y 9 de metro.

Susi y Miguel se acercaron a la puerta, Raúl sacó el dedo y animó a Laura a levantarse, la besó pasionalmente.

El metro paró, se abrieron las puertas y salieron.
Laura chorreaba por las piernas el resto de los flujos de aquella noche. 

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Isabella_Buscemi_@missbuscemi

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