La Fantasía de Laura VII

Pasaron el resto de la mañana en la piscina.
 Encontraron una cuerda en el sótano y la pusieron de lado a lado de la piscina para jugar un partido de waterpolo.  

Algo de picoteo ligero, un poco de siesta para descansar y por la tarde más piscina. 

A Diego y Óscar se les ocurrió hacer una fiesta en la piscina por la noche, independientemente de la barbacoa del día siguiente. 

Así que se fueron al pueblo a buscar unas tonterías. Se presentaron a los cuarenta minutos con unas faldas hawaianas, collares, sombrillitas para cócteles, brazaletes para los chicos, flores para el pelo y un juego de palos fluorescentes que se hunden en el agua. 

Para decorar la piscina, unas guirnaldas con luces y unas hojas de nenúfar falsas con velas para dar un poco de ambiente. Además de más bebida como piña colada, Malibú, kiwi, y todo lo necesario para unos mojitos. 

Cuando el resto los vio aparecer, dijeron que serían ellos los que se tendrían que ocupar de todo, ya que eran unos liantes.  

Para sorpresa del personal, los brazaletes y las faldas estaban metidas en bolsas diferentes, con la idea de que cada pareja fuera pasando a coger uno al azar. 

Los primeros fueron Susi y Miguel, sacaron tanto la falda como el brazalete verde. Los siguientes Laura y Raúl, falda morada y brazalete azul. En ese momento, una leve sonrisa apareció en los labios de Diego y Óscar. A continuación fueron María y Diego, falda amarilla y brazalete morado (Diego se sonrió de nuevo, pero sin dejar que los demás lo apreciarán). 

Y por último Luz y Óscar, les quedaban la falda azul y el brazalete amarillo.

Salvo los organizadores, ninguno tenía ni idea de la importancia de los colores. Una vez repartidos, los citaron en la piscina a las diez de la noche. 

Cada uno se fue a su habitación.
 Laura se puso un bikini fucsia de triángulo bastante pequeño, haciendo juego con la faldita que le había tocado, se maquilló ligeramente y se hizo un peinado a base de trencitas en la mitad derecha de la cabeza culminando las trenzas con una de las flores, dejando el resto del pelo suelto.

 El resto de las chicas optaron por un recogido más o menos alto adornado por las flores. Los chicos bajaron en bañador y el brazalete puesto. Hay que decir que ninguno llevaba “turbo packet”, todos iban con bermudas a media pierna y anchos. 

Óscar y Diego bajaron antes para decorar la piscina, poner las guirnaldas, echar los nenúfares al agua con las luces encendidas, colocar unas mesas al lado de la piscina con la bebida y el picoteo, etc. Pero lo más importante, poder comentar la suerte de Diego al sacar el brazalete morado igual que Laura. Y por supuesto, el hecho de que a Óscar le había tocado con María (novia de Diego). 

- Vamos tío, ¿Vamos a seguir con lo que teníamos pensado? Dijo Diego. 


- ¡Qué pasa! que como me ha tocado tu novia no te hace gracia, ¿no? Respondió Óscar. 

- Joder, es que una cosa es imaginarlo y ponernos cachondos, y otra cosa es hacerlo. 

- Bueno, nosotros proponemos los juegos, y a ver qué pasa. Pero que sepas que María tiene una buena follada. Jajaja 

- Jajaja. María está bien follada, así que ojito con lo que haces. ¿Estamos hermano? 

Diego y Óscar eran amigos de la infancia, eran como uña y carne, y siempre habían fantaseado con toda clase de cosas. Desde tener novias que fueran hermanas, intercambiarse las novias, follar el uno mientras el otro mira…. Y ese fin de semana habían estado hablando de aquellas fantasías de la adolescencia. 

A las diez en punto pusieron música y encendieron las luces de las guirnaldas, la estampa era digna de una foto de resort. Todo perfectamente decorado, iluminado y el espacio natural precioso. Tenían preparado unos snacks de picoteo, y las copas decoradas con las sombrillitas. 

Los anfitriones fueron recibiendo a cada una de las parejas con un collar para cada uno, muy hawaiano todo, o al menos lo pretendían.  
Tenían preparadas unas jarras ya con varios de los cócteles listas para servir en las copas decoradas. Todo muy informal, charla, comida y bebida. 

Después de cenar, los anfitriones anunciaron que tenían varios juegos preparados y que para ello se tenían que colocar por parejas, pero por colores, faldas con brazaletes. Así que las parejas se colocaron. 

Primer juego, carreras de caballos. Las chicas se montarían a los hombros de los chicos y ganaría la primera pareja que llegara al otro lado de la piscina. Los perdedores tendrían que beber un chupito. Fueron cuatro carreras, dos en las que los caballos fueron los chicos y otras dos las chicas. En las de los chicos ganaron Óscar y Diego, en las chicas Susi y María. 

Siguiente juego, por parejas cronometrados buscar los palos en el fondo de la piscina, y llevarlos a la pareja fuera del agua. El resto de las parejas estaban en el agua estorbando. Los chicos estaban bastante pícaros y alguno pasaba por entre las piernas de las chicas soltando el aire, y bueno, ya se sabe dónde van esas burbujitas. En este ganaron Luz y Raúl. Hubo otra modalidad, con los ojos tapados, recibían las instrucciones desde fuera del agua, pero igualmente ganaron Luz y Raúl. 

Jugaron también a Marco Polo por parejas, unidos y con los ojos tapados, difícil moverse por el agua sin tocar, esos tocamientos sin querer y los que hubo sin querer evitarlos, los ánimos estaban un poco subidos por los chupitos y por este último juego. 

Recordando la adolescencia, propusieron jugar a verdad o atrevimiento. Juego simpático donde lo haya, pero muy peligroso dependiendo de lo que tengas que ocultar. El pago por no cumplimiento piquito con tu pareja de color y chupito. Con esas normas había dos problemas, Luz y Raúl eran hermanos (color azul) y Susi y Miguel (color verde) eran pareja de por sí, por lo que los cuatro tendrían que acatar la decisión del grupo por unanimidad. 
Se sentaron en círculo en el césped de la piscina, sentados por colores. 

Primera en elegir Luz y eligió atrevimiento. Los anfitriones debían elegir la prueba, pero en este caso los dos estaban implicados así que fueron Laura y Susi, sabiendo que era muy vergonzosa, eligieron que besara a Miguel. 

A Laura le extrañó la elección tan apresurada de Susi, pero no dijo nada y le pareció hasta gracioso. 

Al fin y al cabo era un piquito. Pero Luz se negó a besar a Miguel, así que el grupo entero decidió que como prenda tenía que dar un pico a María además de beber un chupito. 

Poco a poco todos fueron pasando por atrevimiento y verdad, quizás esa fuera la que más reparo daba. En uno de los turnos de Susi, eligió verdad. Le preguntaron si la gustaría tener relaciones con otra chica. 

Al oír eso Laura se ruborizó e instintivamente bajó la mirada. Por el contrario, Susi dijo que sí, que la encantaría probarlo algún día. Todos quedaron boquiabiertos ante esa confesión, pero en seguida comenzaron las risitas. 

En uno de los turnos de atrevimiento de Laura tuvo que dar un beso sensual a Diego, como estaba Raúl delante la cosa fue de todo menos sensual, así que la penalizaron, tuvo que darle un piquito y beber un chupito. Ese piquito removió algo en Laura, Diego fue su primer novio, novios de adolescentes, y aunque hace mucho que lo dejaron, nunca hubo un motivo, simplemente lo dejaron. 

Muchas de las pruebas fueron rechazadas por lo que los chupitos y piquitos fueron más de los que tenían en mente. El ambiente estaba calentito, entre confesiones y besos. 

Quedaba el último juego, juego de la ruleta rusa sexual, los anfitriones estaban deseando jugar, era una de sus fantasías de adolescentes, pero era demasiado fuerte para anunciarlo. 

Óscar en un alarde de valentía lo propuso, pero cuál fue la sorpresa, que ninguno sabía de qué trataba, así que Óscar comenzó la explicación: Consiste en ver qué chico se corre antes, el que primero se corra pierde. 

Pues en su defecto, ver qué chica hace que el chico se corra primero, en ese caso la chica gana. Está la versión mamada y la versión follar Tendríamos que elegir una o bien dar libertad para que cada pareja elija la que quiera.

 Para vosotros, señalando a Luz y Raúl, al ser hermanos os intercambiaréis con Susi y Miguel.  
El grupo entero quedó perplejo. Todos tenían mucha amistad, pero no tanta confianza como para ponerse delante de todos a mantener relaciones, y menos con alguien que no es su pareja oficial. 

Eso iba a ser una orgía, y no una fiesta, pensamiento mayoritario. María, la que se declaraba tímida, dijo rompiendo el hielo que, ella no lo haría delante de nadie. Pero que si se hacía cada uno en una habitación en privado y para corroborarlo hacer una multiconferencia de audio, ella no tendría problema. Los anfitriones dieron cinco minutos para que cada pareja valorase si querían jugar o no. 

Laura y Raúl se juntaron en una esquina de la piscina apartados de todos. Se miraron y se besaron, pero tenían que hablar. Quedaron en hacer trampas. Fingirían, al ser audio, fingirían la situación, siempre y cuando sus respectivas parejas accedieran. Eso o no jugar y someterse a la prenda que decidiera el grupo. 

El resto de parejas también estuvieron hablando, y al final todos aceptaron el juego con la condición que había puesto María y poder ocultar si había sido mamada o follada. 

El alcohol estaba haciendo mella, todos sabemos que ante todo, desinhibe. Así que no era de extrañar que aceptaran el juego. ¿Harían todos trampa como habían quedado Laura y Raúl?. 
Las parejas se distribuyeron por el chalet, una vez estuvieron cada uno en un lugar, comenzó la multillamada. 

Era difícil de diferenciar las conversaciones, ni saber quién hablaba ni qué se suponía que estaba pasando. 

Laura y Diego se fueron al sótano, lugar más apartado y de peor cobertura. ¿Aposta? Quizás, ya que ni siquiera lo hablaron, Diego cogió la mano de Laura y ambos se encaminaron hacia él. Una vez allí, la cosa era complicada, Laura tenía que explicar a Diego el pacto que había hecho con Raúl sin que se oyera, y esperar que Diego lo aceptara. Justo cuando Laura empezaba su explicación, Diego se acercó, la cogió por el cuello y la besó.

 Laura reculó y le miró sorprendida, eso no se lo esperaba. Pero ese beso, esos labios, ese tacto…. Hizo que Laura recordara lo que horas antes le había dicho Susi. “ Déjate llevar, déjate hacer, solo estos días disfrutarás como nunca jamás lo volverás a hacer” 

Así que se dejó hacer y se dejó llevar, allí en el sótano, Diego comenzó a besarla apasionadamente como años atrás había hecho, pero claro, con la experiencia que le había dado la vida. Laura le devolvía cada uno de los besos, sus labios se fusionaban, sus lenguas se buscaban, se encontraban y luchaban, una lucha apasionada.

 Sus respiraciones se empezaron a agitar, la situación, la multiconferencia, o todo junto, hacía que todo se estuviera precipitando. 

Laura recordó cuando eran novios, allí apoyada en la mesa de billar se giró y apoyó a Diego sobre ella. Fue bajando sus besos por el torso desnudo de él hasta llegar a su vientre. Se arrodilló, y desabrochó el bañador. Metió la mano y palpó la erección que había ahí dentro. En ese momento la sacó, y la besó. 

Era la primera vez que sentía la suavidad del glande de Diego en su boca. Pasó su lengua delicadamente por él. La pasó todo alrededor, la chupó, absorbió y lamió. Comenzó a meter lentamente el capullo en su boca, su lengua jugó en su agujero, y recorrió todo el pliegue de su prepucio. No dejó nada por lamer. Tenía un sabor exquisito, ya aparecería un poco líquido preseminal, Laura lo lamía y no dejaba que nada se escapara. 

Por un momento se aislaron del mundo, sonaron unos pasos en la escalera, y un ligero chirrido de la puerta, pero estaban tan metidos en lo suyo que no sabían si era de los teléfonos o no. 
Laura seguía inmersa en la mamada que tan gustosa estaba haciendo. Y Diego no podía dejar de pensar en las ganas que tenía y del tiempo que hacía que lo deseaba. Ninguno se percató del espectador silencioso que tenían.  
Empezó a meterse y sacarse más rápido el capullo de la boca, fue acompasando el movimiento con la mano. Su boca cada vez albergaba más y más polla. Y su lengua cada vez lamía más tronco. 

Pasaba su lengua desde la base hasta el capullo, relamía el glande, saboreaba ese líquido transparente, rico. Diego la agarró del pelo, y no pudo sujetarse, empezó a follarla la boca. 

Laura metió su mano por dentro de su bañador y empezó a masturbarse. La cadera de Diego se empezó a mover, no quería perder el control, quería disfrutarla, sabía que aquello no se volvería a repetir jamás. 

Desde el quicio de la puerta, al amparo de la oscuridad de la escalera, alguien estaba disfrutando del espectáculo, no se perdía ningún detalle de lo que estaba pasando en la mesa de billar.

 Un leve gemido se le escapó. ¿Quién estaría espiando a la pareja? Un gemido que delataba que ella también estaba disfrutando, no solo de la visión privilegiada que tenía sino de un buen dedo furtivo. Un dedo que si prestabas atención, se podía oír de lo encharcado que estaba ese coño espía. Sus arremetidas se iban acelerando y los chof chof se fundían con los sonidos propios de la pareja. 

Las caderas de Diego no podían parar quietas, los dedos de Laura tampoco, jugaban con su clítoris y se paseaban por todo el sexo empapado ejerciendo presión en la entrada del coño. Diego separó la cara de Laura para decirla que se iba a correr, Laura se metió de forma golosa la polla en la boca y continuó comiéndosela con ansia mientras se metía los dedos hasta el fondo. Jugando en la zona del punto G.  

El momento estaba a punto de llegar, ese clímax mutuo y conjunto, Laura sincronizó los movimientos. Diego tensó los glúteos, y apretó la cara de Laura contra su pubis. Laura por su parte empujó más los dedos y en un estallido Diego soltó toda su leche en su boca. 

Fueron tres chorros, Laura Intentaba tragar todo, pero estaba en pleno orgasmo y su propio placer no la permitía tragar toda la esencia de Diego. 
Gemidos de los dos llenaban el sótano, Diego tenía los ojos cerrados disfrutando del momento, lo que hizo que no se percatara de la presencia que se les acercaba. 


Nuestra espía abrazó a Laura por detrás, por un momento tembló, pero en seguida reconoció esas manos y esos labios que la besaban la espalda. La ayudó a levantarse y la limpió la boca con sus besos. Pasó su lengua por sus comisuras, abarcando toda su boca, saboreando también el elixir que había expulsado Diego. 

Laura se dejó limpiar, reconoció el olor de esos dedos al sentir sus manos sobre su rostro, y una vez limpia, se los llevó a la boca y los lamió. 
Diego estaba absorto con el espectáculo, con la polla todavía al aire y dura, no se lo podía creer. 

- Shhhh mi niña, tranquila. Aquí no ha pasado nada. Nadie ha oído nada, la llamada se cortó a los dos minutos por falta de cobertura. Y nosotros hemos jugado unos dardos los tres. Me encanta verte disfrutar y que te dejes llevar. Algún día el protagonista de nuestro goce será Raúl. 

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