Rebeca II

Relaciones maduras. En el trabajo II

Llegué a casa completamente excitada y mojada. La jornada laboral había sido muy excitante, y como más tarde reconocería también Fran, me hubiese encantado que hubiera terminado de otra manera.

Al llegar, mi marido no estaba en casa y sabía que tardaría un rato en regresar, así que decidí desahogar toda la tensión sexual que llevaba acumulada durante el día.

Me desnudé, cogí mi caja de juguetes, me acomodé en mi cama y elegí el que me apetecía usar. Estaba excitada, pero necesitaba creerme lo que había sucedido, así que me dispuse a leer toda la conversación que había mantenido durante el día con Fran. 

En mi mano derecha el móvil leyendo y en mi mano izquierda, ese juguetito rosa que tanto placer da, esa máquina succionadora que nos vuelve locas, y eso que por aquel entonces, todavía no había descubierto todas sus funcionalidades.

Leía y leía cada una de las cosas que Fran me había escrito, cada vez más excitada, cada vez más mojada, cada vez más cerca de tener el primero de mis orgasmos de esta manera y….

 Mensaje de WhatsApp. Era Fran, y yo masturbándome leyéndole, ese sonido hizo desencadenar un orgasmo mezcla de la estimulación que me estaba dando y mezcla del morbo porque Fran sabía que le estaba leyendo. Esa doble palomita azul en el WhatsApp me delató.

Fran se percató y el siguiente WhatsApp que mandó fue: ¿qué estás haciendo en ese coño húmedo?

Yo me quedé sorprendida, pero estaba en medio de la explosión y no fui capaz de reaccionar.
Siguiente WhatsApp: ¿Te llamo y te corres conmigo?

Ese mensaje ya fue el sumun, mi coño empezó a contraerse, mi clítoris estaba hinchado, subí el ritmo del satisfyer y llegué al clímax. Como pude respondí a Fran con unas risas (jijiji), “Te llamo”. Dios, esas palabras, contracciones en mi coño, le dije que no podía ser, que mi marido vendría en seguida, y que no quería arriesgarme. Fran se rio, sabiendo perfectamente lo que acababa de producir con esas palabras.
Me dijo que sólo quería despedirse como era debido, ya fuera de la oficina, poder oír mi voz, una voz que sabía estaba entrecortada por el orgasmo que acababa de tener. “Me hubiera encantado que el día hubiese terminado de otra manera, ahora cuando llegue a casa me tendré que aliviar, y cuando me esté corriendo pensaré en ti”.

¿Cómo sabía lo que había hecho? Me dejó completamente intrigada. Aunque la verdad, era más que obvio el calentón con el que salí de trabajar. Imaginarle en su casa masturbándose pensando en mí, y sobre todo cuando se estuviera corriendo, hizo que mis pezones se endurecieran y mi coño palpitara, más excitada y más caliente, así es como terminé esa tarde de viernes.

Aquella noche puse un estado de WhatsApp, no recuerdo cuál, pero a los dos minutos de haberlo colgado, él ya lo había leído. Le escribí en plan broma diciéndole que no se perdía uno. Y él bromeó con que todavía era viernes, día laboral.
El sábado estuvimos en la parcela de unos amigos con los niños, nos lo pasamos en grande. Todos disfrutamos mucho, los adultos y los niños.
 Pero una parte de mi que llevaba dormida mucho tiempo, deseaba que llegara el lunes para poder seguir hablando con él, sobre todo para contarle todas las cosas que mi mente calenturienta se había estado imaginando durante ese fin de semana. 

Me saqué varias fotos en la parcela, ya que estrenaba modelito y no es por nada, pero me quedaba de vicio. Me resaltaba ese culito respingón que la genética me ha dado y el top que llevaba me hacia un pecho increíble, con un escote de vértigo.

Muy pícara yo, fui eligiendo las que mejor me veía. Sobre todo las que se me veía bien el escote, una zona muy sensual si dejas ver lo justo, y yo lo hacía. 

El lunes vuelta al trabajo, me levanté con el guapo subido, me veía especialmente atractiva con lo que me había puesto, pantalón estrecho color lila clarito, camisola gris con escote y unas sandalias de cuña. Me pinté un poco y me hice un recogido informal. 

Mucho trabajo durante la mañana, y llegó la hora de comer. No me lo podía creer, no había hablado con Fran, no era lo habitual, pero alguna vez había pasado. Llegué a casa a comer, no tenía que volver a trabajar hasta las cuatro ya que tenía videoconferencia, así que tenía tiempo de sobra.

 Normalmente aprovecho ese tiempo para preparar los informes de la video, pero ese lunes me apetecía dedicarme un rato para mí. Me acomodé tranquilamente en la cama, y volví a sacar la caja de los juguetes, esta vez dos. Comencé con el satisfyer, me lo puse en el clítoris directamente, bajito de velocidad, a veces me lo paso por todo el sexo, pero ese día quería sentirlo directamente.

 Me gusta empezar suave, acariciándome lentamente a la vez mis tetas, para subir progresivamente la velocidad. No suelo necesitar mucha más estimulación, pero cuando me di cuenta me estaba masturbando con la foto de Fran. 

¡Madre mía! Mi imaginación volaba, recreando la conversación mantenida el viernes con él, esas palabras que dijo “me encanta lamer y chupar, sobre todo chupar hasta el final” resonaban en mi cabeza una y otra vez, analizaba la foto dejándome llevar, imaginando cómo sería ese torso marcado si no llevara camiseta. 

Más velocidad, y llegado el momento el consolador penetró mi coño. Imaginaba ser penetrada por él, el viernes reconoció que estaba bien dotado y que no era por presumir. Así que tuve que dejar el móvil encima de la cama para poder tener las dos manos ocupadas. 

En mi mano derecha el consolador, penetrándome cada vez más rápido y fuerte, activé el vibrador. Y en mi mano izquierda el satisfyer centrado en el clítoris modo succionador, con la inclinación justa para poder sentir más las ondas de succión.
Mi clímax no tardó en llegar. Me lavé, recogí y preparé los informes para la videoconferencia. A las cuatro en punto estaba metida en plena conferencia y a las cinco ya en mi puesto de trabajo. Cuando llegué tenía una nota de que Fran había llamado varias veces, así que le llamé, no sin antes ponerme un poco nerviosa y sonrojarme.

Oí su voz tan profesional como siempre, solucionamos la cuestión de la llamada y al despedirse me llamó Crossfire y colgó.
¡Qué cabrón! Cómo me puede llamar eso en voz alta en medio de la oficina. 

Mi corazón se aceleró. Cogí mi móvil y le mandé WhatsApp. “ ¡Estás loco! ¡Cómo se te ocurre llamarme así!”. Él se rio, diciéndome que estaba solo en la oficina, pero que seguro que me había gustado.

Por supuesto que me había gustado, me había dado un pequeño pinchazo en mi sexo. 
Le dije que si me llamaba Crossfire le tendría que poner nombre a él también, y le dije que le llamaría Sr. Gideon, como el protagonista de la saga. 

La tarde estaba ligera de trabajo, así que empezamos a hablar. Primero sobre el fin de semana, y aproveché para dejarle caer lo de las fotos, como buena mujer, la sutileza por delante. Me pidió ver y opinar sobre el canalillo que le había comentado.

“Joder, sí que tienes un buen canalillo, qué ricas tetas tienes que tener debajo de ese top. Además veo esos labios que has puesto de perfil, y ufff mi cuerpo me pide lanzarme, pero mi cabeza me dice que pare. ¿A ti no te pasa?” A mí mi cuerpo me dice que disfrute, y mi cabeza que tenga cuidado. 

-         Te confieso, de las muchas cosas que soy, soy muy vicioso. Y si te digo todo lo que te haría ahora mismo iría al infierno.

-         Confieso que además de morbosa, también soy viciosa. Y si nos ponemos a confesar, quizás si te digo algo te vuelvas loco….

-         ¿Hay algo que me quieras confesar?
-         Pues la verdad es que sí. Te va a sonar muy fuerte, pero este al mediodía me he masturbado con tu foto delante.

-         Joder Rebeca me dices eso, y ahora ¿qué se supone que tengo que hacer? Me has puesto la polla toda dura. 

-         Jajajaja. Tendrás que ir al gimnasio a desfogarte. El ejercicio ayuda, no?
Me despedí de él, mi jornada había terminado, no sin antes haber quedado para hablar por la noche.

¡Estoy loca! ¿Cómo voy hablar con él por la noche? Estoy con mi familia en casa. Esto es una locura. Se nos va a ir de las manos, pensaba mientras recorría el camino de vuelta a casa.

Llegué a casa, estuvimos con los niños en la piscina, y a las nueve regresamos a casa, baño y cena. Mi marido tiene la posibilidad de trabajar desde casa, por lo que por las noches se queda con los niños un rato más viendo la televisión y los lleva al campamento por las mañanas sobre las diez. Yo me fui a mí habitación sobre las once a leer un rato antes de dormir. 
Llevaba cinco minutos cuando sonó el WhatsApp, era Fran.

Me preguntó que si ya estaba leyendo relajada en la cama, le dije que sí, que estaba cansada y que me había ido pronto a la cama. Hizo amago de despedirse, pero le dije que estaba expectante porque había quedado en hablar por la noche con un hombre que me hacía sentir muy bien.

Fran rio y me dijo que él ya estaba tumbado en boxer en el sofá del salón, solo. Su mujer estaba en la habitación viendo una serie. Le pregunté por el gimnasio, si le había venido bien, si se había desfogado y me dijo que el deporte siempre ayuda, pero que realmente lo que le apetecía era inconfesable.

¿Inconfesable? Mi corazón se aceleró, no entendía por qué. Y mis dedos empezaron a escribir:

-         Ponme un ejemplo de inconfesable. Por ejemplo, ¿Te gustan loa juguetes sexuales?

-         Me encantan. Ya sé que tú sí los usas pero dime ¿qué usarías conmigo?

-         Yo usaría el consolador, para que mientras me penetro con él pudieras lamerme todo.

 Además de ponerte un aro estriado en esa polla para cuando me penetraras.

-         Pues sabes ¿qué me encantaría a mí? ponerte boca abajo, penetrarte con el consolador, lamerte el ano y a la vez de todo eso acariciar tu clítoris.

-         ¡Virgen Santa, Fran! Eso suena delicioso. Llegaría un momento en el que tomaría la riendas, subiéndome encima de tu boca para que pudieras saborearme entera, desde mi clítoris hasta mi ano. 

Mientras me agarras las nalgas o mejor aún, me retuerces los pezones.

Las cosas se estaban calentando y de qué manera. Los dos coincidíamos, lo que estábamos haciendo no estaba bien, pero era tan morboso…. Su mujer en su habitación, y mi familia en mi salón. Y yo, por qué no decirlo, empapada, no sabía qué me sucedía, apenas unas líneas con él y mi coño ya estaba dilatado, deseoso de ser follado.  

Fran seguía diciendo lindezas por su boca, bueno realmente por sus dedos, pero para mí eran gloria bendita: 

-         Quiero tenerte aquí, agarrarte del pelo y con la otra mano meterte mi polla en tu boca. Meterte mi capullo suavemente para follarte esa boquita, después ponerte a cuatro para que te pueda ver bien el coño y el ano, y lamerlo todo antes de follarte.

-         Sí, bien lamido hasta que me tiemblen las piernas, y luego me la metes hasta el fondo. Unos cachetes en el culo, me giras y también en el coño. Me lo vuelves a lamer, chupas, succionas y muerdes….

-          Me chupas la polla mientras palmeo tu coño, introduciendo dos dedos y dejando la palma de mi mano contra tu clítoris.

No me lo podía creer estaba empapada, le pregunté a Fran. Él tenía la polla durísima con ganas de metérmela por la boca, el coño y el culo. 

Se estaba poniendo muy guarro y yo también. Comencé a tocarme, y se lo dije, le dije que me acompañara, que se mojara los dedos y se acariciara el capullo pensando que era mi saliva o mi flujo. Solo quería que me empotrara, me volteara y lamiera todo.

Los dos nos dejamos llevar, sabiendo que aquello no se volvería a repetir. Me ordenó que me pasara la mano por mi coño hasta el ano, haciendo una leve presión al pasar por cada uno de los agujeros. 

En cada pasada tenía que apretar un poco más e introducirme un poco los dedos. Imaginando que era su lengua, a punto de correrme en su boca, me dijo que me palmeara el coño y me pellizcara los pezones.

 Lo hice, no podía parar de gemir, no podía mantener las piernas abiertas. Mi mano, su lengua, estaba aprisionada entre mis muslos. No pude más y exploté en un orgasmo maravilloso, lleno de morbo.

Ahora le tocaba a él, solo tenía una petición, quería que yo fuera muy guarra. No sabía exactamente lo que eso significaba para él, pero me dijo que estuviera tranquila, que él me ayudaba.

Así que hice lo que mejor se me da, usar mi imaginación, y empecé a escribir:

Me pongo a horcajadas sobre ti, con mi coño empapado por la corrida que me has provocado. Te beso el cuello, y comienzo a gemir en tu oreja a la vez que mis caderas se van moviendo sobre las tuyas. 

Voy bajando deslizando mi lengua por tu cuerpo. Hasta llegar a tu polla. Te la agarro con mi mano y la levanto, mientras mi lengua sigue bajando hacia tus huevos. 

Me tienes cogida por el pelo, mi lengua pasa por tus huevos y mi boca los succiona, mientras mi mano comienza a mover tu polla dura. Despacio de arriba a abajo. Levanto mi cara y miro tu glande brillante, le paso la lengua alrededor. Y la entremeto por su agujero.

Me la meto poco a poco en la boca. Juego con la lengua, la succiono y voy bajando y subiendo. Bajando y subiendo.
En ese momento Fran me cortó, me dijo que si seguía así en breve se correría,  pero que necesitaba tenerme más tiempo con la polla más abajo.
Continué: Mis dedos buscan tus huevos, los aprieto mientras mi boca sigue jugando. 

Se dirigen a tu ano y mientras me follas la boca, mis dedos penetran en tu culo. Buscando el punto justo donde pierdes la cabeza.

Fran volvió a pararme. Se quería correr así, justo en esa posición. 

Dos minutos más tarde, Fran volvió a escribir. Se había tenido que ir al baño a correrse, había salido todo disparado.

No me creía lo que acaba de ocurrir, nos habíamos dejado llevar. Éramos conscientes de que pasara lo que pasara esto no podría afectar a nuestra relación profesional, y mucho menos a nuestras empresas. Lo hablamos, y los dos lo teníamos claro.

Cabe decir, que años después, no ha vuelto a suceder nada. Bueno…. Conversaciones subidas de tono, coños mojados, pollas duras…. 

Como es natural, hay mucha más confianza, nos conocemos mucho más, por lo que las guarradas son más directas y más obscenas . 

El riesgo de recaer es mayor, y el morbo ya insoportable. Pero refrenamos los impulsos para que se quede en eso, meros calentones que nos dan juego en alguna jornada laboral que otra. 

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