Sin miedo a la Oscuridad 5

Larissa Costa_@larissxcosta
- Noemí cielo, el camarero. ¿Deseas algo más?

 - No, gracias. – dije como pude. 

Mi mirada le taladró, haciendo que en su boca se esbozara un sonrisa pícara. Me apretó la mano y me dijo que terminara “su postre”. 

Mis dedos entraban y salían, cada vez más rápido. Notaba como el fuego interior se reflejaba en mi cara, notaba cómo mis carrillos se iban enrojeciendo, cómo mis pezones se iban endureciendo y cómo cada vez estaba más y más mojada. 

Mi pulgar acariciaba mi clítoris mientras mis dedos se hundían más y más en mi ser. Estaba a punto de correrme, mis ojos eran fuego puro, mis piernas temblaban, estaba a punto de estallar. Clavé más las uñas en su mano y sentía cómo me iba a llegar. 

Mis labios se entreabrieron dejando escapar un hilo de placer.  

De repente noté un tope en mis pies. Mi Señor había puesto sus pies por dentro de mis piernas para que no las pudiera cerrar. Instintivamente siempre cierro las piernas cuando llego al clímax, pero hoy no podría.  

Mi clítoris estaba hinchado, híper sensible, dejé de tocarlo para poder penetrarme más.  

- ¿Quién te ha dado permiso para dejar de tocarte el clítoris? Tócalo y demuéstrame cómo disfrutas. Quiero ese postre, y lo quiero YA. 

Obedecí, pero no podía parar quieta en la silla. No podía cerrar las piernas, y casi me dolía el clítoris pero… Mmmm era placentero, ¡qué dolor, Dios!

 Me iba a correr, sí, sí, sí. Arqueé la espalda, clavé más las uñas y el orgasmo sacudió mi cuerpo dejándome sin poder mover ninguna parte del mismo. 

Cuando pude articular palabra, le dije bajo su atenta mirada: 

- Su postre Mi Señor, está servido. 

- Muchas gracias Noemí. – dijo mientras me besaba la mano dulcemente. 

Terminamos de cenar entre risas y una charla agradable. Cuando nos levantamos para irnos le pedí las braguitas para ir a ponérmelas y me dijo que esas braguitas me las daría cuando él estimara oportuno. 

Salimos del restaurante y fuimos a dar un paseo, hacía una noche maravillosa, paseábamos cogidos de la mano, la luna estaba preciosa y las estrellas brillaban como hacía mucho que no lo hacían. 

Quizás fuera yo, que estaba embriagada por Mi Pecoso. Era como si fuera levitando a su lado, me sentía realmente especial, la mujer más afortunada del planeta. 
Larissa Costa_@larissxcosta
Sí, me estaba enamorando de un hombre al que acababa de conocer, aunque llevábamos meses hablando.
 
Nuestro paseo nos llevó hasta un parque que había cerca de donde yo vivía. Y allí en medio del parque Mi Pecoso buscó un banco algo alejado, tanto de la gente como de la luz. No es que hubiera demasiada, ya que era de madrugada, buscaba intimidad.
 
Me besó dulcemente en los labios y me sentó en el banco. Él quedó de pie frente a mí, desabrochó su pantalón y sacó un pene nada normal, estaba medio erecto y con voz firme me ordenó comérsela.
 
Estaba tenso, no es que lo conociera demasiado, pero para estar con la polla en mi boca, no es que estuviera muy relajado. No sabía por qué, pero yo seguí con mi labor.
 
Chupaba su capullo, y lo metía en mi boca, lo sacaba, mis labios lo apretaban y succionaban. Me estaba excitando, mi coño comenzó a humedecerse de nuevo. Me encantaba comerle la polla.
 
- Noemí, me gusta lo que haces, pero necesito otra cosa. Me gusta más, cómo decirlo, más salvaje.
 
Levanté la vista y me crucé con una mirada un tanto oscurecida pero a la vez inquieta.
 
Puse mis manos sobre sus nalgas y le atraje hacia mí, y de esa manera comencé a comérsela más rápido y más fuerte. Paraba lo justo para lubricar bien su tronco desde la base. Llegué a escupirle en el capullo y con gran habilidad lo deslicé por toda la polla hacia abajo.
 
Le empezaba a notar más relajado, pero estaba contenido, hasta que después de un buen rato mamándosela, me la quitó de la boca y me dijo: “ Ahora lo haré yo. Abre bien la boca”
 
Abrí la boca y me la metió hasta el fondo, me dio una arcada; la sacó, y me dijo que respirara. La volvió a meter y la dejó dentro un par de segundos, nueva arcada.
 
“Respira Mi Putita, aprenderás”. La volvió a meter una y otra vez parando para que respirara. 

La notaba al fondo de mi garganta, me apretaba la cabeza contra su pubis, por lo que no podía hacer nada. 

La situación al principio me desbordaba, pero poco a poco le fui cogiendo gusto, y cada vez que me la metía aguantaba un poco más con ella dentro. 

Seguía teniendo arcadas pero la excitación me podía, y quería complacerle. Así que me estuvo follando la boca, manejaba mi cabeza como quería, a su gusto y a su ritmo, sin parar de decir:

 “Mi Putita, cómo me pones de cerdo” “Quiero reventarte la boca Mi Putita” o “Mi Putita, Mi Puta, sí, sí” 

Para mí esos apelativos siempre me habían parecido despectivos, pero saliendo de su boca en esos momentos hizo que mi visión y apreciación sobre ellos cambiaran. 

Era Su Putita, me deseaba y así me lo hacía saber. 

Estaba completamente empapada de nuevo, mi coño palpitaba y se me caía la baba por la comisura de la boca, no me daba tiempo a tragar entre una embestida y otra. 

De repente, me la sacó de la boca y se echó mano al bolsillo. Sacó algo de él y mientras decía “Mi Putita, Mi Puta, Te quiero” se corrió en él. 

- Mi Putita quería sus braguitas, ¿verdad? Aquí las tienes. Póntelas. Hoy dormirás con ellas. ¿Entendido? 

- Sí Mi Señor, gustosa dormiré con ellas 
Me las puse y antes de darme cuenta, me estaba restregando las braguitas con su corrida por todo mi coño, abarcaba toda mi entrepierna, la deslizaba y hundía sus dedos entre mis labios.

 Me sentó nuevamente en el banco, se arrodilló delante mía y con su voz profunda dijo: “Ahora me tomaré mi postre”, y con las mismas, levantó mi falda y echando las braguitas a un lado pasó su lengua de abajo a arriba por mi coño empapado.
 
Lamía con la lengua ancha, abarcando cada centímetro de mi coño.

 Mmmm ¡Qué bien lo hacía! De repente sentí como tiraban de mi clítoris, lo succionó profundo, notaba como si me lo fuera a arrancar, y … Chof Chof metió sus dedos sin compasión, de una forma brusca y directa. 
Larissa Costa_@larissxcosta
Sentí cómo martilleaban en la zona frontal, esa parte rugosa donde están esos orgasmos escondidos, esas eyaculaciones que te dejan muerta cuando las consigues. 

Él estaba dispuesto a que yo lo consiguiera. Arremetía dentro con una gran maestría mientras sentía como mi clítoris se iba separando de mí.  
Me mordió el clítoris, dejándolo preso entre sus dientes, con la presión justa, estaba entre el dolor y el placer, y se centró en meter más y más los dedos. 

Casi estaba a punto de correrme cuando me entraron unas ganas horribles de mear, ya estaba aquí, estaba en camino y le dije que se quitara, pero él quería su postre y no solo no se quitó si no que acercó la boca como si se lo fuera a beber.  

Chof Chof Chof y…. Ahí vino, un chorro acompañado de un orgasmo como no recordaba en mi vida. 

Mi Señor se impregnó bien de él, se levantó y se la empezó a menear frente a mí. 

- Levanta Mi Putita, que esto es tuyo. 

Se dio dos meneos a la polla, me levantó la falda, separó las bragas y se corrió de nuevo en ellas. 

- Y ahora Señorita, ¿Continuamos con nuestro paseo? 

Nos colocamos la ropa dispuestos a seguir con el paseo, íbamos cogidos de la mano, como una pareja normal. 

Me acompañó hasta la puerta del portal, me besó en la mejilla y con un azote en el culo me animó a subir a casa. 

Según metí la llave en la cerradura, me cogió del cuello, me besó y dijo para despedirse: 

- Te quiero Mi Pecosa. Recuerda, tienes que dormir con esas braguitas. Sabré si no lo haces. 
Me dio otro azote y me ayudó a abrir la puerta del portal. “ Buenas noches Mi Pecosa”. 

Subí las escaleras pensando en la noche tan maravillosa que había tenido. Al entrar me quité los zapatos, me bajé la falda y pasé mi mano por las braguitas empapadas, las olí, y luego metí mis dedos por dentro, los mojé y me los pasé por los labios como si fueran carmín. 

Los estaba saboreando cuando sonó el WhatsApp: “Espero te guste nuestro sabor tanto como me ha gustado a mí” 
Larissa Costa_@larissxcosta
 RELATO SIGUIENTE: SIN MIEDO A LA OSCURIDAD 6



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