Sin miedo a la Oscuridad II

Larissa Costa_@larissxcosta
Un día recibí un WhatsApp de David, quería saber dónde estaría al día siguiente exactamente a las seis de la tarde. Me pareció un poco extraño y frío la verdad, no me dio ni los buenos días ni un qué tal, solo “¿Dónde vas a estar mañana a las seis en punto? Sé extremadamente precisa”. 

Nunca había hecho eso, se me pasaron un montón de ideas horribles por la cabeza, pero al final ante la duda le escribí diciéndole que estaría en un centro comercial del norte de la ciudad, en la puerta de una tienda de móviles.

 Tras eso, tuvimos un breve intercambio de mensajes: 

- Perfecto mi niña, recuerda, es muy importante que mañana a las seis en punto estés ahí. ¿Has entendido? 

- Sí. A las seis en punto estaré. 

Todo era muy misterioso, pero me excitaba la incertidumbre que causaba en mí. 

A las seis en punto como un reloj suizo estaba en la puerta de la tienda de móviles, ansiosa y nerviosa. ¿Se presentaría? ¿Le conocería por fin?
 
Yo sigo convencida de que nunca le había visto antes, pero realmente a estas alturas, me daba igual.  

Se aproximó un motorista con un paquete de tamaño mediano, me preguntó si era Noemí, me dio el paquete y se fue. 

No había recorrido el motorista ni cinco metros cuando me sonó el WhatsApp de nuevo. 

Larissa Costa_@larissxcosta
- Buena chica. Ahora vete a casa, y prepárate para mí. Cuando estés lista me avisas. Recuerda….

 Solo quiero hacerte disfrutar. ¿Entendido? 

El paquete no pesaba mucho, por lo que estaba aún más intrigada, deseando llegar a casa para abrirlo. ¿Qué querría decir con prepararme para él?. 

Cuando llegué a casa y abrí el paquete, en su interior había varios más. Cogí el primero que encontré, era una especie de sobre de papel con un elegante lazo negro que lo envolvía.

 Le quité la lazada y dentro había un picardías negro con encaje en la zona del pecho, completamente transparente y liso del pecho hacia abajo, me lo probé por encima y llegaba hasta casi por debajo del culo. Lo dejé encima de mi cama perfectamente estirado. 

Cogí el segundo paquete, este era más pequeño, e igualmente venía cerrado con un lazo negro, en su interior había unas medias de rejilla negras hasta media pierna. Tengo que reconocer que tiene buen gusto, y que esta situación me excitaba. 

Saqué una bolsita tipo saquito también negra, dentro había una braga negra, en la parte de atrás con cintas cruzadas haciendo un bonito dibujo y dejando la mayor parte de las nalgas al aire. Por delante era liso, pero cuál fue mi sorpresa que la parte de abajo estaba abierta. 

¡Madre mía! Son de los que no te los tienes que quitar para nada. Pensé mientras las colocaba al lado del picardías y las medias. 

Aún quedaban un saquito de satén negro, un paquete cuadrado pequeño y un pergamino enrollado con otro lazo negro. Había ido abriendo en orden, así que ahora que veía los tres restantes no sabía cuál debía abrir. 

Me tentaba abrir el pergamino, pero supuse que sería mejor abrirlo en último lugar. Mi mente iba a mil por hora, y por qué no decirlo, estaba excitada, notaba cómo poco a poco me humedecía.  

Al final me decidí por abrir el pergamino, era de papel papiro, con los bordes quemados. Tiré del lazo y se desenrolló.  

“ Querida mía: 

Una vez que te hayas duchado, quitado el estrés que sé que te he causado y te sientas relajada y decidida a entregarte a mí; necesito que te pongas el picardías, las medias y las braguitas. Y que te sientas la mujer más especial del mundo. Porque así lo eres, así te lo mereces y así lo deseo. 

Una vez que hayas hecho esto, abrirás el paquete cuadrado y por último el saquito pequeño que te queda. Cogerás las dos cosas y tranquilamente te lo pondrás. 
Larissa Costa_@larissxcosta
Una vez que lo tengas puesto, me mandarás un mensaje diciendo que ya estás lista para mí. Pero solo cuando realmente lo estés. ¿Entendido? 
Recuerda…. Solo tienes que disfrutar del placer que te voy a dar.  

Tu Señor.” 

Terminé de leerlo mojada, realmente me había calado las bragas. Miré hacia la cama revisando todo lo que había encima de ella. ¿Qué habría en los paquetes? Nadie se enteraría si los habría antes, ¿O sí? 

Tomé aire, respiré profundamente, y me dispuse a tomar una ducha, en vez de eso, llené la bañera y tomé un baño relajante. Había estado muy nerviosa las últimas veinticuatro horas y lo necesitaba. 

Me sumergí varias veces en el agua, escuchando el murmullo de la misma, dejando libre mi mente, sin pensar en nada. Cuando estuve preparada, me duché y me arreglé para él. ¿Para quién? ¿Para mí Señor, para mi pecoso? Me arreglé para mí Señor, me di un poco de maquillaje, un poco de rímel y colorete. 

Delineé mis labios y los pinté de un rosa medio. No sabía sus gustos, y sé que ese tono me favorece. Me hice unas pequeñas ondas en el pelo, y me perfumé. 

Me puse delante del espejo, realmente estaba preciosa, me sentía especial y afortunada. 

El picardías me quedaba perfecto, llegaba por encima del final de la cacha, dejando al aire un poco de la misma. Las medias y la braga, hacían que el conjunto fuera arrebatador. Y yo me sentía exultante. 

Llegó el momento de abrir los paquetes, abrí el cuadrado y luego el saco de satén. Me dispuse a ponérmelos siguiendo las instrucciones del pergamino.  

Me volví a colocar delante del espejo, me observé a mí misma, ahí de pie, cogí aire y teclee. 

- Estoy lista MI SEÑOR. 

- Buena chica. 

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