Sin miedo a la Oscuridad

Este es el principio de cómo un abanico de posibilidades se me abría delante de mis ojos. Todo un mundo a su lado.

Soy una chica normal, me llamo Noemí, llevo una vida monótona, trabajo, amigos, pareja, etc…. Hasta que un día recibí un WhatsApp, era de un chico que se llamaba David, decía que era el chico con canas y pecas que había conocido la semana pasada en un bar de copas del centro.

Yo no recordaba haber conocido a nadie, pero dio la casualidad que ese fin de semana habíamos salido a celebrar el cumpleaños de una amiga.
 Súper cumpleaños, no todos los días se cumplen treinta años. Bebí un poco más de la cuenta, no suelo beber y las pocas veces que lo hago, suelo hacer alguna locura. Pero esta vez estaba casi segura de no haber dado mi número de teléfono a nadie. No quería ser demasiado borde, y empezamos a hablar. 

Cosas superficiales, no quería darle demasiada información personal, ya sabes, podría ser un maníaco o vete tú a saber. Nos despedimos, y pensé: Pues ya está, no volverá a escribir.

¡Qué equivocada que estaba!, al cabo de unos días volvió a escribir, y así durante varias semanas.

Resultó ser un chico muy agradable, teníamos gustos muy parecidos, pero yo tenía pareja, así que se lo hice saber en el primer momento que me pareció oportuno.

 Cuál fue mi sorpresa que respondió que ya lo sabía, por mi forma de hablar en alguna ocasión lo había deducido. Y que él solo quería darme el placer que yo solía dar.
Me quedé un poco pillada por la contestación, sobre todo por la última parte. Lo notó, y me dijo que sólo quería darme placer, y que los dos disfrutáramos de una relación sin igual. Sabía lo que yo necesitaba y él me lo iba a dar.

Es cierto que, incomprensiblemente notaba una atracción por él que jamás la había sentido antes, y que en escasas semanas me conocía mejor que muchas personas de mi entorno. Me sentía sumamente cómoda y confiada.

“Sé lo que necesitas y yo te lo voy a dar” resonaba constantemente en mi cabeza. 
Un día hablando me dijo que nos tendríamos que conocer más íntimamente, que deseaba encajar conmigo, aunque él no se consideraba normal. Y no quería ahuyentarme. 

Le dije que dijera lo que dijera no me iba a ir de su lado. Así que empezó a hablarme poco a poco de sus gustos, necesidades y perversiones. Lejos de asustarme o ahuyentarme, la curiosidad y el morbo me unían más a él. Había una química especial, indescriptible y los dos lo sabíamos, pero yo era novata en su mundo, y eso lo hacía más excitante si cabe. 

-        Sé que no me equivoco contigo, así que solo quiero que respondas SÍ, ¿Has entendido? Lee atentamente, solo SÍ.

Sentía miedo y no podía responder, no sabía lo que significaba ese SÍ, así que tardé varias horas en responder. 

Mi cabeza decía que estaba loca por confiar en una persona que no conocía físicamente, aunque según él ya lo habíamos hecho, pero el lado más salvaje, la parte del corazón adormilada, expectante y acallada por una sociedad moralista, gritaba a pleno pulmón SÍ, SÍ, SÍ. 

Quería llegar con él a una relación en la que los dos estuviéramos a gusto, sin que a mi Señor le faltase nada y yo no me sintiera desbordada.

 Empezaríamos poco a poco, para que juntos descubriéramos mis gustos, mis límites, sin prisas, teniendo todo el tiempo del mundo. 
Es excitante ir conociendo a mi Señor y a mi pecoso a la vez. 
Un hombre tierno, que me abruma su ternura y la delicadeza de sus palabras hacia mi, y por otro lado, sé que en algún momento será mi Señor, el que me llevará a límites de placer que nunca habría imaginado, y descubriré una relación de respeto y entrega que jamás habría soñado.

La moralidad de una sociedad recta y convencional pesa en mí, y veo en mi Señor al liberador de ese convencionalismo. Quiero liberarme, sentirme suya, sentirme plena, llena y amada. 

Todos mis sentimientos e instintos enterrados saldrán, todas las cosas que quiero hacer y me dan miedo, con él las haré, y aquellas que jamás habría imaginado. Mi Señor, mi Amo.

Publicar un comentario

0 Comentarios