Xena Su incursión en la Realidad.

Maria_Jose_Lopez_Malo
Susi llegó al despacho sobre las cuatro y media de la tarde, se estuvo aseando un poco después de la magnífica sesión de sexo que había tenido con Laura y Dulima. 

Olía a sexo del bueno, todavía le sabía la boca a ellas, sus bocas, sus fluidos. 

Venía todavía excitada, y más sabiendo a dónde quería llevar la nueva sesión que estaba a punto de comenzar.

La última sesión con Pablo había sido increíble, había despertado en ella la “femme fatale” que llevaba dentro. 

Su alter ego había estado dormido durante años.

Una vez aseada, se cambió de ropa. 

Dejó la que llevaba puesta perfectamente estirada en una silla, sacó la otra que acababa de adquirir donde Dulima, salvo el tanga negro de hilo que lo sacó de dentro de una bolsita de su bolso.

Corpiño verde oscuro con detalles en cuero negro, medias de rejilla hasta medio muslo, zapatos de tacón de aguja. 

Se recogió el pelo en un moño, dejando unos mechones que caían a ambos lados de su rostro. 

Esa semana había ido a hacerse la manicura donde Katia, una polaca que trabajaba en un local de estética cercana al despacho, le pintó las uñas negras con calaveras blancas en los dedos meñiques, para no llamar la atención demasiado. 

Se puso la típica bata de médico y se sentó frente al ordenador para comenzar la sesión con el Sr. Castel.

- Buenas tardes, Pablo. ¿Qué tal ha ido la semana? ¿Cómo te encuentras?

- Buenas tardes, Susana. Bien. La semana ha estado bien. 

Pablo empezó a contarle las cosas que le habían acontecido durante la semana, pero Susi solo oía bla-bla-bla. 

Estaba como loca por empezar la verdadera sesión, la sesión para la que se había estado preparando, la sesión que había planificado en su mente desde que por la mañana Kiko le había dicho su agenda. 

Pablo seguía hablando, se le notaba nervioso, indeciso, titubeaba. Susi se dio cuenta que para él también salían palabras vacías de su boca y que estaba deseoso de llegar a otra sesión como la anterior. 

Pero no sabía cómo provocarla.

Así que Susi le provocó, dándole donde sabía que reaccionaría como ella esperaba que lo hiciera.

- Y dime Pablo, ¿Qué tal las relaciones sexuales? ¿Has vuelto a tener problemas esta semana?

- Susana, la verdad es que he estado con una amiga, pero… Ya sabes, no se me termina de….

- Pablo, no se te termina de….

- Bueno, ya sabes. 

Pablo estaba cortado, la voz de Susi había cambiado, y él en seguida comprendió que ya no estaba hablando con Susana.

“Pablito, no sabes decir que la polla no se te pone dura” dijo Xena con voz mandataria. 

XENA Su incursion a la realidad
Acto seguido se levantó, se deshizo el moño dejando su melena suelta, se quitó la bata y quedó de pie delante del ordenador medio desnuda.

La cara de Pablo cambió de forma inminente, al igual que el estado de su entrepierna.

Xena estaba posicionada delante de la cámara, con semblante serio, los brazos en jarra y las piernas abiertas a la altura de los hombros.
Pablo la miraba de arriba abajo, no quedó ni un milímetro de ella sin observar, sin analizar minuciosamente. 

Estaba absorto en ello cuando una penetrante voz le sacó de su trance:

- ¡Bájate el pantalón! Y enséñame si ya estás mojado.

Pablo inconscientemente obedeció. Al bajarlos, ya había una ligera mancha en el bóxer blanco. 

Y su pene ya estaba camino de la erección.

“Hoy Pablito te voy a hacer una felación, por si no sabes lo que es, yo te explico, te voy a hacer la mejor mamada que jamás te haya hecho nadie” dijo Xena con sorna. 

Una sonrisa maliciosa se dibujaba en sus labios.

Xena echó a un lado las cosas del escritorio, colocó el ordenador, abrió un cajón de la mesa y ante la estupefacta mirada de Pablo colocó un pene de silicona encima de la mesa. 

El pene era una verdadera obra de arte, medía unos veinte centímetros, el glande estaba perfectamente recreado, el salto del prepucio bien marcado, y su tronco … su tronco era una delicia con sus venas marcadas. 

"Ahora Pablito vas a ver una mamada de escándalo, y tú lo vas a hacer posible. Mojarás tu mano o tus dedos a la vez que yo”

- Chupar silicona no me apasiona, pero me encanta la fresa.

Abrió nuevamente el cajón y sacó un bote de lubricante con sabor a fresa. 
Lo abrió y sacando su lengua ante la atenta mirada de Pablo, dejó caer una gota sobre ella. Justo en la puntita, la deslizó por su labio superior mirando a los ojos de Pablo. 

Echó un poco de lubricante en la punta del glande, y con sus dedos lo extendió por él. 

Jugaba con la mirada hacia la cámara, observando la reacción de Pablo. 
Sacó la lengua, y empezó a pasarla por el capullo de fresa, lo tenía sujeto con la mano, y le daba ligeras lamidas como si de un helado se tratara. 
Su lengua fue recogiendo todo el lubricante que había echado.

Pablo se metió los dedos en la boca y sacando su polla con la otra mano fue mojándose el capullo como si sus dedos fueran la lengua de Xena.
Recorría su glande igual que había hecho Xena. 

Tuvo que bajar el prepucio pero dos segundos más tarde ya estaba en plena erección.

Xena agitó de nuevo el lubricante, se lo echó en la lengua y acercó la polla a su lengua. 

 Empezó justo en los huevos y subió hasta arriba. 

Una vez arriba introdujo el capullo en su boca, y poniéndose de perfil para que Pablo apreciara mejor el movimiento de su lengua, comenzó a dar ligeras lamidas justo en el frenillo. 

Su lengua era ávida. 

Pablo se escupió en la palma de la mano y agarró férreamente su polla erecta. 

Comenzando con movimientos rítmicos solo en el capullo.

Xena introdujo la polla en su boca hasta casi la mitad. 

Se giró hacia la cámara y le ordenó a Pablo que lo hiciera más fuerte, y que siguiera el mismo ritmo que ella.

Pablo bajó la mano hasta la mitad de su polla al igual que había hecho Xena con su juguete.

- Pablito, ya conoces a Rodrigo, es mi polla particular, cuando me corro se moja…Termina la frase.

Pablo apenas había podido responder, el tono de Xena no le daba opción.

Xena se metía a Rodrigo hasta la mitad, subía y lamía su frenillo. Empezó a acelerar las incursiones, y Pablo hacía lo mismo.

- Pablito, más fuerte. Si no lo haces me quedaré en una mamada normal. Y tú no quieres eso, ¿verdad?

Pablo volvió a escupir la mano, y bajó más y más intensamente. A Xena le gustó y excitó el cambio, y Rodrigo se fue introduciendo más en su boca. 

Lo sacaba y metía. 

Se tocaba el pecho con la otra mano, las apretaba, hasta que las liberó. 

Echó más lubricante, pero esta vez directamente encima de Rodrigo, lo paseó por los pezones erectos. 

Jugaba con él, subió por el canalillo hasta la barbilla, y dándose pequeños golpecitos en la boca terminó por introducirlo otra vez. 

Lo metía, lo sacaba, su otra mano pellizcaba el pezón izquierdo. 

Pablo aceleró su paja, sus movimientos eran fuertes, dejaba escapar pequeños gemidos de placer.

Xena se sentó encima de la mesa del escritorio, se abrió de piernas hacia la cámara. 

Paseaba a Rodrigo por su boca, bajaba por sus tetas, jugaba en sus pezones, y recorría el camino hasta su monte de Venus. Ahuecó un poco el tanga para dejar paso Rodrigo. 

Llamaron a la puerta, y acto seguido ésta se abrió sin esperar contestación. 

Susi había olvidado echar el pestillo, cuando una cabeza morena apareció por una rendija.

Allí abierta de piernas encima de la mesa estaba Xena, con los pechos fuera, el pelo suelto cayéndole hasta la rabadilla, contorsionada la espalda, apoyada sobre una sola mano y su cabeza mirando al techo. 
Se incorporó con total naturalidad, antes de girarse se colocó el corpiño guardando sus tetas, se dirigió hacia la pantalla: “Pablito, ahora vas a ver lo que es el Sillón de la Reina”

- ¿Querías algo Kiko?

Kiko no sabía qué contestar, no podía dejar de mirar aquel cuerpo semidesnudo, esas tetas que hacía apenas unos segundos estaban desnudas, esa melena salvaje suelta y esas medias de rejilla.

- ¡Responde! mira al chiquillo éste, le pasa lo mismo que a Pablito. Ese bultito que se te marca ahí….

Xena se acercó a Kiko, y sin cortarse ni un pelo, le plantó la mano en el paquete, y con voz zorrona dijo: Vaya, vaya, vaya. ¡Cómo calza el mozo!

Kiko no se lo podía creer, era su jefa, pero ¿cuántas veces había soñado con algo así? 

Susi había protagonizado muchas de sus fantasías, y por qué no decirlo, desde que al mediodía había conocido a Laura, no paraba de verse en un trío con ellas.

Xena le apretó el paquete, veía que él no oponía resistencia, así que le cogió de los picos del polo y le llevó hasta el escritorio, no sin antes echar el cerrojo de la puerta.

Apoyado, Xena le quitó el polo mientras le besaba los labios, su forma de hacerlo era entre brusca, quizás por la excitación que tenía, y suave por la ternura que le desprendía la juventud de Kiko.

- ¿Pero y él? Preguntó Kiko con voz desconcertada.

- Él solo va a mirar, tiene que aprender, y cuando yo le diga, SÓLO entonces, se volverá a tocar viendo nuestro placer. ¿Ha quedado claro Pablito?

XENA Su incursion a la realidad

Publicar un comentario

1 Comentarios

Déjame saber que te pareció este relato, por favor solo te pido que seas respetuoso con lo que escribes