Juego de Parejas 2

Salome_Muñoz_@salmunoz
Allí rendidos y sudorosos quedamos los dos, exhaustos. 

El resto de la noche fue increíble, Jesús estaba salvaje, le suele pasar cuando está estresado, y llevaba dos semanas con un nivel de estrés bastante elevado.

El final de la noche os lo contaremos en otra ocasión, porque ahora nos apetece contaros otra diferente, una increíble historia, de cómo mi mujer Elena, me dio la mayor sorpresa del mundo.

El minijuego de la doncella me dio una idea para el siguiente fin de semana que estuviéramos solos. Creo que a Jesús le encantará, así que me dispuse a preparar con tiempo lo que iba a necesitar. 

Quería que fuera lo más real posible.

Estuve mirando en varias webs hasta que encontré lo que de verdad me gustaba, sin ser ordinario ni vulgar, quería que fuera sexy, atrevido y un puntito pervertido. 

No era para nada mi estilo, pero sé que es una de sus fantasías, y con la edad, la madurez y, sobre todo la confianza, me encontraba preparada para satisfacerle.

Llegó el gran día. Las niñas se habían ido con sus progenitores correspondientes, y Jesús llegaría de viaje sobre las ocho de la tarde.

Me bañé, me depilé con esmero. Sí, otra vez me lo dejé limpio, la cara de Jesús aquel día bien merecía los picores de los días siguientes. 

Esta vez usé un gel especial, calmante. Me eché un poco en los dedos, y suavemente fui realizando un masaje por los labios recién depilados. 

Estaban muy suaves, no me extraña que a Jesús le encante que me lo depile del todo. 

Según las instrucciones, tenía que dar un masaje circular por toda la zona depilada, para calmar y retardar la aparición del vello.

Empecé por el monte de Venus, bajando despacio, con círculos pequeños. 

Mis dedos recorrían los labios, tanto exteriores como interiores, bajé también al ano, puesto que también le di una pasada. 

No quería que cualquier cosa, aunque fuera mínima, turbara la magia que quería provocar.

Una vez duchada y depilada, me sequé el pelo y me dispuse a peinarme. 

Me lo alisé, hice una raya de oreja a oreja, y luego la dividí en dos, dejando el pelo dividido en tres partes. 
Salome_Muñoz_@salmunoz
En cada una de las particiones de arriba hice una coleta alta, me miré al espejo y vi exactamente el peinado que había imaginado. 

Estaba monísima con mis dos coletitas respingonas, me hacían cara de traviesa. El resto del pelo me caía por los hombros casi hasta el pecho.

Me di una ligera capa de maquillaje, rímel transparente para marcar las pestañas, un poco de colorete rosado, y un carmín rosa claro. 

Apenas era perceptible el maquillaje, lo justo para verme increíble.

Me estaba mirando al espejo y no veía el momento de vestirme. Pero antes un último detalle, que sabía que volvería loco a Jesús, cogí un lápiz de ojos negro y...

Saqué de la bolsa las medias de rejilla negras y me las puse, eran altas hasta la cintura, pero de las que parecen que llevas ligueros. 

Las medias llegan hasta las ingles y luego suben solo unas estrechas tiras hasta la cintura. Jamás me había puesto unas medias así, la sensación de no llevar nada era impresionante.

Me puse la camiseta con fruncido de manga corta, sin sujetador, atada por debajo del pecho con una lazada, apenas me tapaba los pezones, dejaba al aire casi toda la mama. 

Abroché el corbatín de Tartán rojo y negro. 

Coloqué minuciosamente mi pelo para ver el efecto. Ya solo quedaba la mini falda de Tartán a juego con el corbatín y los tirantes cruzados a la espalda. 

La falda me quedaba justo por debajo del culo, muy corta, y con abertura atrás. Me puse los tacones negros y... Lista.
Me quedé mirándome al espejo y noté cómo se ponían los pezones duros. 

¡Joder! Estaba realmente sexy. Nunca pensé ponerme una ropa así, me veía muy.. Como decirlo... Exuberante, maciza, súper sensual. 

Me estaba poniendo cachonda conmigo misma. Increíble.

Era viernes por la tarde y llegaba de viaje, los negocios últimamente me absorbía demasiado tiempo de mi vida familiar. 

Solo deseaba llegar a casa, darme una ducha y disfrutar de la compañía de Elena. Cada vez me costaban más esos viajes.

Llegué a casa sobre las ocho, tenemos una luz en la entrada que siempre está encendida, pero estaba apagada, supuse que Elena abría salido.

Me quité la americana y la corbata, las colgué en el perchero. Me quité los zapatos, y me fui remangando hasta la cocina para coger una cerveza bien fría. Con la misma me fui al salón, encendí la luz, y para mi sorpresa...

“Una pizarra, un pupitre, libros, regla y un cartel que ponía Don Jesús”

No llevaba ni un minuto la luz encendida cuando por el pasillo comencé a oír unos tacones, unos segundos después Elena aparecía por la puerta, con las manos entrelazadas a la espalda y muy recta, se dirigió al pupitre y se quedó recta en silencio.

“Dios, estaba espectacular, no me podía creer lo que mi mujer estaba haciendo por mi” 
Salome_Muñoz_@salmunoz
- Amor, estás….. preciosa. Me dejas sin palabras.

- Buenas tardes Don Jesús.

Acto seguido, recorrió la diminuta silla y se sentó. 

Se tuvo que abrir de piernas para poder sentarse, las piernas a ambos lados de la mesa, dejaba ver sus largas piernas, con esas medias, y esos tacones. ¡Joder, estaba para comérsela!

Encima de la mesa había un libro de matemáticas, y metiéndome en el papel, me acerqué a la pizarra y puse unas cuantas cuentas.

- Señorita Elena, por favor salga a la pizarra.

Me levanté de la silla, me coloqué la falda y moviendo las caderas llegué hasta ella. 

Ni qué decir tiene, que la pizarra es infantil, por lo que para poder escribir en ella me tenía que agachar, dejando al aire todo mi culo, ese culo que le vuelve loco. 

Realicé las operaciones y cuando terminé me quedé quieta al lado de la pizarra, con las manos entrelazadas a la espalda, sacando pecho.

- Muy bien Señorita veamos. Muy bien, ha realizado bien todas las operaciones, puede volver a su asiento.

Caminaba hacia el pupitre cuando dejó caer el rotulador de la pizarra, se agachó y me dejó ver todo su culo, y todo su coño al aire. 

Me puso a mil verla allí agachada. A mi mente vino la típica imagen de película, y quería hacerla realidad.

- Señorita Elena, eso ha sido una falta grave contra mi y sus compañeros. Merece un castigo.

Me senté en la silla del profesor y dándome en la pierna la llamé para que se acercara.

- Señorita Elena, póngase por favor sobre mi regazo, merece unos azotes. Y los contará en voz alta para que sus compañeros la oigan. Y sirva de ejemplo.

Elena se acercó, se acomodó en mi regazo, no podía dejar de mirarla. 

Su culo, ahí para mí, ese culo que me tiene enamorado. 

Le levanté la poquita falda que tapaba parte del mismo y le dí el primer azote, ella con voz dulce lo enumeró, le dí el segundo y el tercero, ella iba enumerando cada uno de ellos. 

Mi polla cada vez estaba más dura, y sin ser plenamente consciente, mis azotes cada vez eran más fuertes. 

Pero Elena seguía enumerando uno tras otro hasta el décimo.

Cuando paré, vi que la había dejado el culo colorado, me dolía la mano, pero Elena no decía nada. 

Se incorporó, quedando de rodillas delante mía. 

Su cara era de puro vicio, tenía la mirada encendida, tanto o más que su culazo, se pasaba la lengua por los labios, con una picardía de las de ahora me toca a mí, se acercó y lentamente, manteniendo siempre contacto visual, desabrochó mi pantalón y liberó lo que había crecido ahí dentro.

Pasé la lengua por todo su tronco, desde la base hasta el glande, lo chupé y...

- Don Jesús, me voy a portar bien, seré una niña buena, se lo prometo.

- Está bien, señorita Elena. ¿Quiere un chupa chups?

- Mmmmm sí, Don Jesús.
Salome_Muñoz_@salmunoz
Agarró mi polla y empezó a chuparme el capullo, pequeñas lamidas y de vez en cuando se lo metía en la boca. Una vez dentro seguía jugando con su lengua, recorría todo mi glande haciendo círculos.

Me estaba poniendo muy bruto, y solo quería follarla, poseerla allí mismo, levantarle la falda y zas-zas sin miramientos ni nada. Estaba salvaje.

Me encanta la polla de Jesús, su sabor, su textura, me pone bruta. 

Me encanta ir sintiendo cómo con mis lamidas, mis besos y succiones sus venas se van hinchando y cada vez se pone más y más dura, grande y gorda. 

Ir sintiendo como crece en el interior de mi boca, cómo me regala ese preseminal, ese néctar delicioso, me enloquece. 

Soñaba con que me levantara, me sentara en la mesa y me hiciera suya, y...parece que mis deseos se iban a hacer realidad.

Jesús me sacó la polla de la boca, cogiéndome de la mano me levantó, y me llevó en volandas, mientras me besaba ardientemente hasta la mesa. Me sentó encima de ella y me levantó la falda.

Allí mi mujer, esa colegiala se había escrito en el pubis con lápiz de ojos: “Siempre Tuya”

Sólo pude caer rendido de rodillas ante ella, empecé a besarla por la entrepierna, hasta llegar al pubis.

Mis besos no eran nada delicados,pero no quería borrar el mensaje, una parte de mi deseaba borrarlo a lametones. Bajé hacia su coño y se lo empecé a comer con avaricia, con gula. 

Estaba especialmente bruto. Su coño estaba bien mojado, de los primeros lametones salían verdaderos hilos de placer, que colgaban desde sus labios hasta mi lengua, tenía la barbilla inundada de su flujo.

Me incorporé, la giré y la puse tumbada boca abajo en la mesa.

Jesús estaba descontrolado, su cara al ver mi mensaje secreto le desató la lujuria. 

Me puso boca abajo en la mesa y empecé a sentir su lengua por mi ano, la pasaba desde el comienzo de mi coño hasta el mismo ano. 

Me encanta sentir su lengua toda abierta recorriendo mi sexo.

No tardó mucho en levantarse  agarrándome del pelo me penetró, fue un movimiento rápido de pelvis, una vez dentro, se quedó quieto, se agachó hasta mi oído y...

Empecé a bombear dentro de ella, la mantenía cogida del pelo con una mano, mientras con la otra no podía parar de tocarla el culo, la daba pequeños azotes, pero esta vez eran suaves, pero no podía parar.

Mis embestidas eran cada vez más potentes, no podía dejar de oír rebotar mis huevos en su culo. 

Plas, plas, plas... Me estaba volviendo loco. Quería correrme ya, necesitaba llenarla de mi leche, y marcarla como si fuera de mi propiedad. 

La agarré más fuerte del pelo, y le atraje la cara hacia la mía, la devoré la boca en un beso apasionado. 

Nuestras lenguas luchaban dentro, mi polla la penetraba fuertemente, y justo en ese momento Elena mordió mi labio inferior y entre dientes gemía como una loca.

- Sigue, sigue, sí. Mmmmm. Más fuerte

Elena estaba aún más cachonda que yo, se agarraba al otro lado de la mesa, y empezó a gritar. Nunca había estado tan desatada.

Plas, plas, plas notaba sus huevos en mi culo, quería correrme, necesitaba correrme, y cuando nuevamente penetró su polla en mi coño y su lengua en mi boca, confluimos en un éxtasis de placer sin igual.

Jesús quedó tumbado encima mía, besando dulcemente mi cuello, acariciando mi espalda y mi enrojecido culo. 

Cuando sacó su polla de dentro mía, noté como chorreaba por mis piernas. 

Jesús se agachó, recogió todo lo que de mi coño salía y con su boca llena de nuestro placer, nos fundimos en un tierno y dulce beso.

Aquella noche fue mucho más que un juego pasajero, nos encantó la idea de los disfraces, y se ha convertido en un juego más de pareja.
Salome_Muñoz_@salmunoz

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