Juego de Parejas

Salome_Muñoz_@salmunoz
Era viernes por la noche, y llevábamos varias semanas sin apenas pasar un rato a solas, así que decidí dejar a cada una de nuestras hijas con sus respectivos padres, y así poder pasar una velada íntima.
 
Como habréis deducido, somos una pareja de separados, cada uno de nosotros tiene una hija con su anterior pareja. Nos conocimos en un viaje para separados con hijos, y la verdad es que en seguida tanto nuestras hijas como nosotros hicimos buenas migas.
 
Una vez colocadas las niñas con sus padres, me pasĂ© por el supermercado para comprar las cosas para la cena. 

No tenĂ­a muy claro el menĂş, pero a JesĂşs le encanta la comida italiana, y tampoco querĂ­a algo que fuera demasiado complicado de hacer para que me diera tiempo de arreglarme y poner un poco de ambiente.

Total, todos sabemos que en estos casos la cena es lo de menos, lo mejor y más importante es la compañía…. Y el postre.

El ambiente es fundamental, unas velas, buena mĂşsica, una luz tenue y, por supuesto, la puesta en escena.
 
Una vez comprado todo, y planificado el menú, llegué a casa, y lo primero que hice fue colocar el ambiente del salón.
 
Retiré todo lo de la mesa, puse un camino de hilo blanco, dos mantelitos individuales para poder cenar cerquita, con sus correspondientes servilletas, unas velas rojas y un cestito con pétalos de rosas.

ColoquĂ© más velas por el salĂłn, y encendĂ­ las luces led de debajo del mueble con luz cálida. 

Copas, platos y cubiertos colocados. Me retiré para verlo desde la puerta del salón, y sí, estaba perfecto.

Ahora me tocaba a mĂ­, tenĂ­a tiempo de sobra, JesĂşs no llegarĂ­a hasta las nueve de la noche, ya que como en estas dos Ăşltimas semanas, tenĂ­a reuniĂłn con los jefes de equipo del resto de sucursales.

Eran las siete, asĂ­ que me daba tiempo de sobra a prepararme. 

Elegí del armario un vestido negro de tirantes fino y raja al lateral que llevé a la boda de unos amigos, saqué la lencería pesada, es decir, la negra buena de encaje, incluso liguero, y coloqué los tacones.

PensarĂ©is que para cenar en casa es una tonterĂ­a, pero si te lo montas bien, es de lo más excitante. 

JesĂşs vendrĂ­a ya con traje, pero aĂşn asĂ­ le preparĂ© otro por si se querĂ­a duchar y cambiar mientras terminaba de servir la mesa. 

Me di un baño, exfoliĂ© mi piel y me depilĂ© para la ocasiĂłn. 
Salome_Muñoz_@salmunoz
A JesĂşs le gusta totalmente depilado, querĂ­a complacerle y por supuesto, verle la cara cuando lo viera. A mi no me gusta depilado entero, pero la ocasiĂłn lo merecĂ­a. 

Y no suelo hacerlo. Se llevarĂ­a una grata sorpresa. 

HidratĂ© mi piel con crema de calĂ©ndula, olor sutil, pero muy sugerente. 

SequĂ© mi melena rubia, haciendo ondas, marcadas para que aguantaran. 

Me maquillĂ© ligeramente, solo marquĂ© algo más las pestañas, eyeliner marrĂłn, ligero rubor en las mejillas, y eso sĂ­, cuando llegara la hora, me pintarĂ­a los labios rojos. 

Mis labios carnosos le privan, y más cuando los pinto de rojo. 

No usĂ© ni perfume ni colonia, para no mezclar olores, y que pudiera recorrer todo mi cuerpo como a Ă©l le gusta. 

Me recogĂ­ el pelo en una coleta baja, para cuidar los rizos, me puse el tanga negro y me fui a la cocina.
 
Una vez allĂ­, me coloquĂ© un delantal como los de doncella de las pelĂ­culas, abrĂ­ la botella de vino blanco fresquito, me servĂ­ una copita, puse el altavoz con jazz, y comencĂ© a preparar la cena. 

El menĂş era sencillo, ensalada de tomates Cherry y mozzarella de bĂşfala con aceite de albahaca y unos penne a la boloñesa, para el postre habĂ­a comprado una tarta de tiramisĂş y helado de vainilla. 

Eran las ocho y poco cuando me puse a prepararla. Estaba centrada, con mi mĂşsica de fondo, mi copita de vino, ya tenĂ­a la ensaladita hecha, ahora tocaba sazonar y preparar la carne.

Soy JesĂşs, y ya os está contando Elena nuestra pequeña historia. 

Solo os dirĂ© que llegar a casa despuĂ©s de una semana horrible de trabajo, escuchar jazz procedente de la cocina, pasar por la puerta y ver a la mujer más sensual que he visto en mi vida, allĂ­ de espaldas, con su culo al aire, el hilo negro del tanga, y ese delantal de “pornochacha”, a su lado la copa de vino...

Esa imagen retirĂł de mi mente el cansancio, el agotamiento fĂ­sico y mental para dar paso a un calor interior, unas ganas locas de cogerla, sentarla en la encimera y follarla hasta caer rendidos. 

No suena muy romántico lo sĂ©, pero es lo que mi polla pedĂ­a a gritos. Mi cerebro algo más racional, se fijĂł en el detalle del pelo, y las luces del salĂłn, me percatĂ© de la cita romántica que habĂ­a preparado. AsĂ­ que me dispuse a ser tierno y romántico. 

Estaba sazonado la carne cuando sentĂ­ en mis caderas unas manos, y esos labios que me vuelven loca recorrer mi cuello. 

¡QuĂ© dulce y tierno! Me volvĂ­ y le besĂ© apasionadamente. 
Salome_Muñoz_@salmunoz
No me apetecĂ­a para nada el romanticismo, querĂ­a que me empotrara allĂ­ mismo. 

Le comĂ­ la boca, mis manos se deslizaron desde su cara hasta la entrepierna, fui correspondida brutalmente. 

Era como si Ă©l estuviera pensando exactamente lo mismo, en pocas ocasiones habĂ­amos estado tan distanciados. 

Ella estaba como yo, pero en ese perĂ­odo de tiempo, mientras que la besaba y ella bajaba su mano por mi entrepierna, me habĂ­an dado ganas de jugar.
  
- Elena, quiero jugar, vas a cocinar mientras te follo. 

Se girĂł de nuevo hacia la encimera y siguiĂł sazonando y preparando la carne. 

Mis labios empezaron por su cuello, mientras mis manos acariciaban sus glĂşteos. 

SĂ© perfectamente lo que la vuelve loca, pero hoy no lo tendrĂ­a, o al menos de momento. 

Con los pies la separĂ© las piernas, mis manos hicieron una incursiĂłn entre sus muslos. 

Era increĂ­ble, podĂ­a sentir el calor que emanaba de su entrepierna con tan solo los besos del cuello. 

Acaricié su ingle, sin llegar a nada más, mi pulgar retrocedió hacia el ano. Mi otra mano acariciaba su tetita. Nunca pensé encontrar la mujer perfecta para mí.

Pero Elena lo era, tetas pequeñas, culazo, perversamente caliente y lo más importante, mi mujer, mi amante. 

BajĂ© besando su espalda hasta llegar a la curcusilla, me arrodillĂ© delante de su culo para besarlo y acariciarlo. 

Lo agarraba con ambas manos mientras me deleitaba en besar cada una de esas bellas nalgas. Elena se abriĂł más de piernas, dándome pleno acceso. 

Estaba deseando que la comiera, y yo estaba deseando embarrarme de sus fluidos. Besé su nalga derecha desde fuera hacia dentro, y una vez en el centro, le abrí las cachas, separándolas introduje mi cara en medio de ese oasis de placer y lujuria.

Mientras picaba la cebolla, con las piernas separadas, JesĂşs lamĂ­a mi coño, su lengua ávida recorrĂ­a toda mi raja. 

Se habĂ­a tumbado para poder tener mejor acceso, en cada pasada temĂ­a por mis dedos. Estaba demasiado excitada para seguir con un cuchillo en la mano. 

- Elena, sigue cortando. Quiero follarte, lamerte, comerte mientras cocinas. 

ContinuĂ© picando la cebolla, el ajo y las zanahorias. 

- Deja una zanahoria sin picar, lo mismo la vamos a necesitar. 

 Me levantĂ© del suelo para que Elena pudiera coger la sartĂ©n de la gavetera. 

Ese era un momento fantástico, la verĂ­a cĂłmo se agachaba, dejándome su hermoso culo en pompa. 

Se acercĂł y no lo pude remediar, me acerquĂ©, me saquĂ© mi erecto miembro, y lo restreguĂ© por su culo. BajĂ© hacia su coño, estaba empapado, tras varias pasadas, lo introduje en su coño. 

¡Dios! Era increĂ­ble la primera penetraciĂłn, con sus piernas semi juntas, se las cerrĂ©, y empecĂ© a follarla. No podĂ­a parar, querĂ­a correrme asĂ­ mientras ella intentaba coger la sartĂ©n. 

Varias embestidas fuertes, sus gemidos inundaban la cocina, dejĂł la sartĂ©n y se agarrĂł las tetas. 

- JesĂşs, sigue, sigue. Me voy a correr. Mmmmm sigue amor, sigue..

Elena estaba ahĂ­ a punto de correrse, y yo no podĂ­a parar de pensar en follarla en medio de la tabla de cortar. 

Me quité, la cogí, y la puse encima de la encimera. La senté en la tabla, aparté un poco lo que había y la abrí bien de piernas. Apoyó un pie en la encimera y el otro en la puerta del horno.
Salome_Muñoz_@salmunoz
- Joder amor...Tu coño, está...Pufff  

Me mirĂł con su tĂ­pica mirada guarra, y ofreciĂ©ndose entera la penetrĂ© como si no hubiera un mañana.  

Me ofrecĂ­ de la manera más guarra y sensual que sĂ©. 

Me saliĂł sola al ver su cara y sus ojos admirando mi coño. 

Me penetrĂł, su polla entraba y salĂ­a, nuestras miradas estaban fijas el uno en el otro. Ninguna palabra salĂ­a de nuestros labios, solo gemidos de placer. 

Nuestros cuerpos se acompasaban. JesĂşs metiĂł su mano por mi pelo, y me echĂł la cabeza para atrás. Besaba mi cuello, devoraba mis pezones. 

Me retirĂ© del alcancĂ© de sus labios, estaba juguetona, y mientras Ă©l me follaba, mis dedos acariciaban mi clĂ­toris. 

Nuestras miradas volvĂ­an a clavarse la una en la otra. Esa sensaciĂłn de ser solo uno, esa compenetraciĂłn casi infernal.

Por un momento JesĂşs fijĂł su vista en mis dedos. Esos dedos juguetones que hábilmente me llevaban con paso firme y decidido por el camino del exceso. 

A Jesús le encanta ver cómo me toco, y yo soy sabedora de ello. Así que cuando quiero terminar de prenderlo lo hago, y le doy más aún cuando le miró fijamente a los ojos y le digo guarradas.
 
- ¡FĂłllame Mi Señor! Antes de que venga la señora de la casa. Dame bien fuerte, quiero que se corra dentro mĂ­a. RiĂ©gueme con su leche. Échamela encima de mis tetas.

Jesús aceleró sus embestidas agarrándome con una mano por la cadera y la otra casi arrancándome la teta.

Empujaba y gruñía, yo recibía y gemía. Un solo cuerpo, sudoroso, fundido en un orgasmo como entrante de la noche que nos esperaba.
Salome_Muñoz_@salmunoz

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