Katia masajista esteticista 2

Salome_Muñoz_@salmunoz
Gemidos y bufidos salían de la cabina de depilación. 
Mayte no salía de su asombro, no es que fuera algo inusual, pero esa tarde Katia se estaba superando.

- ¡Grrrr, toma, toma, córrete!.

Bufaba Jorge mientras la sujetaba por la cadera y sus huevos rebotaban..

A las seis en punto aparecieron por la puerta dos hombres morenos, altos, de complexión normal, buen porte, sus andares denotaban elegancia. 

Vestidos de manera casual, con polos en tonos claros, bermudas de vestir con cinturón y zapatillas de lona.

Una vestimenta muy adecuada para el calor que estaba haciendo. 

Con paso firme y seguro, se aproximaron al mostrador, donde les esperaba Katia.

- Buenas tardes, tenemos cita con Katia.

- Buenas tardes, sí. ¿Jorge, dos depilaciones?

- Sí bueno, yo me depilaré entero y mi hermano Saúl solo el pecho.

- Bien, por favor acompañarme. Os llevaré hasta la cabina.

Los dos chicos siguieron a Katia por el pasillo. ¡Qué mujer! Pensaron los hermanos.

Katia recorría el pasillo con su uniforme. 

Al ser verano, llevaba solo la chaquetilla, con los hombros al aire, y la cremallera bajada hasta casi la mitad del pecho. 

En vez de los pantalones del uniforme llevaba unos shorts vaqueros que dibujan una hermosa figura en ese ya perfecto cuerpo. 

Los chicos la seguían embobados, y ella sabedora de ello, contoneaba las caderas.

Katia es muy profesional, pero le gusta coquetear, y jugar, por qué no. 

Sabiendo perfectamente qué líneas se pueden o no cruzar, con quién y el momento. Para eso tenía un sexto sentido.

Llegaron a la cabina, el primero en depilarse sería Jorge. Le dejó encima de la camilla un tanga desechable y salió para esperar a que estuviera listo.

A los cinco minutos entró, Jorge estaba ya tumbado en la camilla, completamente desnudo, solo se había dejado el diminuto tanga, que escasamente cubría el paquete. 

Los tangas son unisexs, y para las chicas están muy bien, pero para los hombres y más cuando están, digamos bien dotados, no tapa demasiado.

Katia le ofreció una toalla de mano por si quería taparse un poco más hasta que llegaran a la zona genital. Jorge la rechazó amablemente aludiendo que hacía calor, y que al final, se tendría que ver en mayor o menor medida.

Katia comenzó arreglándole las cejas. 

Cogió una gasa, y con las pinzas le fue dibujando la forma perfecta de las cejas, limpiando la zona del arco donde no debería haber pelo. 

Con la luz puesta sobre la cara de Jorge y ella asomándose por la lupa, la visión de Saúl desde el otro lado de la cabina era fascinante. 

Los pechos de Katia se dejaban entrever por entre la cremallera, se apreciaban pequeños y redondos. 

La imaginación de Saúl voló por un momento, deseando tener esos pechos entre sus manos, entre sus labios. “Seguro que me caben perfectamente en la boca” pensó, notando una ligera erección en su entrepierna.
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Cuando terminó con las cejas, untó sus dedos en un poco de aceite con aloe vera, y realizó un pequeño masaje en las mismas, calmando las molestias y asegurándose de haberlas dejado perfectas.

- Por favor, levanta el brazo derecho para que te pueda depilar la axila.

Pasando una nueva gasa para quitar el posible sudor, Katia limpió la axila, puso la cera y tiró, al finalizar el tirón, apretó con la mano para calmarla, sintiendo por primera vez la suavidad de la piel de Jorge. 

Después realizó la misma operación con la otra axila.

Al terminar, al igual que con las cejas, las dio un masaje con el aceite, para ello se posicionó al lado de la camilla, mirando de frente a Jorge, y una vez untadas las dos manos, las acercó a las axilas y comenzó un suave masaje en las mismas. 

Casi se tenía que tumbar encima de Jorge para poder llegar a las dos axilas a la vez. 

Acercar su pecho al suyo, olerle de cerca, tenía un olor embriagador, y no era a perfume ni colonia, era su olor corporal, un olor que hizo saltar un “click" en Katia.

Se aproximó más para llegar mejor a la axila izquierda, rozando su pecho con el de Jorge, lo rozó en cada movimiento de ida y venida de las manos. 

Sus pezones se pusieron duros, y con la ligera tela de la chaquetilla, Jorge los podía notar en esos pequeños movimientos de vaivén. 

Katia se dio cuenta, y cuando supo que Jorge la estaba mirando, se lamió los labios, de forma sensual, pasando su lengua por el labio superior, delineando perfectamente el labio desde el centro hasta el lado izquierdo, y justo cuando llegaba a la comisura, se mordió sutilmente el labio inferior por la parte derecha. 

Un juego que a Katia siempre le había funcionado para empezar a mandar esas primeras señales de...”Quiero jugar contigo” dicho finamente.

Hora de depilar el torso, hizo la misma operación que con las axilas y cejas, limpió el posible sudor pero esta vez además, echó un poco de polvos de talco para evitar que sudara mientras le depilaba. 

No tenía demasiado vello, se notaba que llevaba tiempo depilándose. 

La zona de los pezones es muy sensible, tanto en mujeres como en hombres, así que Katia puso especial cuidado, aprovechando ese cuidado para rozarle y acariciarle cerca de ellos. 

Siempre con profesionalidad, por si hubiera interpretado mal las señales. La piel de Jorge se erizó y los pezones reaccionaron. 

El masaje con el aceite fue bastante concienzudo, las manos de Katia recorrieron cada milímetro de ese torso ligeramente definido, sintiendo cada poro de esa piel suave, masajeandola, recreándose desde la zona baja hasta los hombros. 

En sus subidas y bajadas, Katia acompañaba sus manos con el resto del cuerpo, realmente se estaba dejando deslizar por su cuerpo, sintiendo el calor que de ambos emanaba.

Saúl miraba atónito desde el otro lado de la cabina, imaginando que era él, y deseando que llegara su turno. 

En su cabeza se estaba proyectando la película porno de masajista y cliente típica de los viernes por la noche.

Katia empezó con las piernas, sin comentarios en los gemelos, pero según iba subiendo por ellas, apreció unas piernas entrenadas, no muy musculadas pero sí definidas. 

Cuando terminó la depilación Jorge algo tímido dijo:

- Esto no se lo dije a la chica que me atendió, pero ¿me harías también los genitales?

Katia asintió, le bajó el tanga justo hasta el comienzo del tronco. 
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En ese pubis había ya algunas calvitas, por lo que estaba acostumbrado a depilarse, echó la cera y tiró. 

Un breve gemido salió de los labios de Jorge mientras que la mano de Katia calmaba el dolor. 

Apoyada sobre él, le miró los ojos y sonrió. Jorge le devolvió la mirada y dijo: Vamos a por el resto.

Katia terminó de depilarle, ingles y glúteos, y antes de que se levantara le volvió a dar la mezcla de aceites por las zonas que faltaban. 

Untó bien sus manos comenzando por el pubis, rozando el tronco, sintiendo cómo esa base no era indiferente a las atenciones que las manos de Katia le ofrecían, bajó hacia las ingles, tocando el escroto, notando cómo se encogió por el roce de sus dedos.

Pidió a Jorge que se diera la vuelta para realizar la misma operación en los glúteos. 

Jorge se incorporó y la cogió por la cintura, la atrajo hacia él y la besó mientras que su mano izquierda la sujetaba del cuello y la derecha por la cintura.

Katia le devolvió el beso, acariciando su melena corta, entre metiendo sus dedos dentro de sus rizos y arqueando su espalda como símbolo de placer. 

Beso largo que terminó con Jorge nuevamente tumbado en la camilla, pero con Katia puesta a horcajadas sobre él, acariciando su torso con las manos. 

Reculó un poco más e inclinándose sobre él, comenzó a recorrer su suave torso con la lengua, pasadas largas, con mirada pícara. 

Cuando llegó a los pezones se recreó un buen rato en ellos. Los daba pequeños mordiscos, succionaba y lamía. Las caderas de Katia empezaron un ligero baile, restregándose por el pubis medio desnudo de Jorge.

Saúl les miró algo atónito, ya que aún estaba ensimismado en su propia fantasía. Cuando quiso ser realmente consciente de lo que estaba pasando en esa misma cabina, 

Katia estaba sentada en la camilla, abierta de piernas y Jorge entremedias de ella devorando su cuello y palpando esas tetas que antes se habían deslizado por su cuerpo.

Ellos parecían ajenos a la presencia de Saúl, y no es que a él le importara demasiado, se acomodó en la butaca y empezó a gozar de la película que previamente ya se había estado imaginando en su cabeza.

Jorge no tardó en bajar la cremallera de la chaquetilla de Katia, metiendo su mano y sacando fuera las tetas que se había estado imaginando durante toda la depilación. 

Katia agarraba el culo de Jorge, allí de pie, con ambas manos, apretaba los glúteos mientras sus labios comían su cuello.

Besos y caricias descontroladas, cada vez más intensas. 

Katia metió la mano entre ellos, tocando por primera vez ese pene erecto que desde que lo vio con el diminuto tanga había querido descubrir.
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Lo acarició con una ligera presión, su erección asomaba por el tanga, o más bien, el tanga apenas tapaba el pubis. 

Dio un pequeño salto y quedó de pie delante de Jorge, recorrió con su boca desde los labios hasta su pecho, su lengua dibujó una serpentina hasta el pubis, allí agachada se terminó por arrodillar y mirando con esos ojos verdes hacia arriba, sacó su lengua y suavemente, saboreó el nuevo helado que iba a probar. 

Un primer y pequeño lengüetazo al glande, ese primer contacto con un nuevo sabor, dio paso a otros un poco más intensos. 

Un poco más atrevidos, recorrió desde el comienzo del escroto hasta el glande. 

Mirando siempre a los ojos, una mirada sensual, una mirada provocadora, una mirada que lo decía todo. Jorge tenía apoyadas las manos en la camilla, y cuando Katia introdujo su pene en la boca, colocó una sobre la cabeza de ella.

La calidez de su boca provocó una contracción bastante notable en sus huevos, Katia la sintió y sacando un poco el pene de la boca, jugueteó con el frenillo, de izquierda a derecha pasaba la lengua, las manos las tenía en los glúteos, y lo sujetaba delicadamente con los dientes. 

Una delicadeza que a Jorge le excitaba y le atemorizaba, esos dientes en su preciada polla...Era una mamada de riesgo.

La mano de Katia abandonó el culo para posarse primero sobre los huevos, masajeandolos al compás de los movimientos de la lengua, y tras un breve sobe, abarcar el engrosado falo que su endiablada lengua había provocado.

Con la polla bien sujeta, las incursiones en la boca fueron yendo cada vez más seguidas, mezclaba el juego con la lengua en el frenillo, ligera succión y juego con el agujerito, el preseminal iba apareciendo, y su sabor le encantaba.

Saúl dejó su cómoda pero excitante posición de voyeur y se colocó detrás de Katia, introdujo su mano por detrás, esquivando todos los obstáculos, llegando hasta la humedad de su coño, empezó a acariciarlo, sus dedos se empaparon, con la otra mano aprisionaba las tetas.

Katia aceleró los movimientos, las chupadas, los lametones, Jorge la guiaba con su mano, cada vez más rápidas, cada vez más intensas, más profundas.

- Mmmmm, sigue pequeña, no pares. 

Estoy a punto de llenarte la boca de leche pura.

Katia le miró fijamente a los ojos, y se la metió de nuevo. 

La volvió a sacar, la sopló ligeramente y desafiando, le marcó un poco con los dientes, para empezar a mamarla rápidamente, solo se metía el capullo, pero el conjunto de su mirada y sus penetraciones, hicieron que Jorge se corriera a los tres minutos.

Katia chupaba y lamía, una de las veces que la sacó, la miró, se podía ver un hilo del resto de la corrida, un hilo transparente, un hilo que llegaba hasta el labio de Katia. 

Se separó, dejando que se rompiera y con una sonrisa de verdadera diablesa, lo recogió con el dedo y se lo llevó a la boca relamiéndose. 

- ¡Qué rico sabes! Me pregunto cómo sabrá tu hermano...
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