La Fantasía de Laura IX


Raúl estaba absorto mirando el atardecer desde la misma playa en la que tres años antes habían ido a pasar el puente de Santiago. Aquel maravilloso e inolvidable puente. 

Aquel puente en el que muchos descubrieron facetas de ellos mismos que jamás habían imaginado. Y otros muchos despertaron pasiones, aparentemente dormidas. 

En ese atardecer de finales de agosto, no había demasiada gente en la playa. Las chicas estaban sentadas hablando de sus cosas y el resto estaban en el agua. 

Mientras, Raúl viajó en el tiempo y se vio así mismo delante de aquella maravillosa visión del culo de Susi cuando abrió la puerta pensando que era su hermana, allí agachada, bien expuesta mientras le hacía una mamada bestial a Miguel. 

Se la apreciaba todo el flujo de la corrida que acababa de tener, su coño estaba brillante y le había resbalado también hacia su culo.
  
Raúl se empalmó ante aquella visión, de vez en cuando lo recordaba y una electricidad que jamás había sentido recorría su cuerpo aún sabiendo que no era correcto, no estaba bien pensar en la mejor amiga de su novia de esa manera. 

Camino del hotel, les dieron publicidad de un cine de verano en el que proyectaban reposiciones de películas, por ciclos y actores. 

Esta semana estaba dedicado a las películas de los años noventa y los actores célebres de aquella década como no podían ser otros, Morgan Freeman, Kevin Costner y Brad Pitt. 

María era una gran cinéfila, por lo que en seguida dijo que tenían que ir como mínimo a ver una de las que estaban anunciadas. 

Los cines de verano tienen su encanto, al menos los que ella conocía. Estaba impaciente por ver alguna reposición. 

Miraron la cartelera y en esos días echaban Robin Hood el príncipe de los ladrones, Seven, Leyendas de Pasión y Telma &Louise. 

María se acercó al cine a ver si podía comprar las entradas por adelantado. Y cuál fue su sorpresa que tendrían que ir en días diferentes o a cines diferentes. 

No se acordaba que los cines de verano solo tenían una sala. 

Pero este, tenía dos ubicaciones, una a cada extremo del paseo marítimo. 

Aquella misma noche a las doce echaban Robin Hood y Seven. Y al día siguiente Leyendas de pasión y Telma &Louise. 

El grupo estaba dividido, y salvo Raúl y Susi que no les hacía mucha gracia las películas, los demás se apuntaron. 

A Laura le recorrió un escalofrío por la nuca cuando oyó que Diego no iría con María a ver Seven. 

Bueno, un escalofrío en la nuca y una palpitación en su zona íntima. 

Tomaron unas cervezas y unas tapas en un bar del paseo antes de dividirse e irse cada grupo por su lado. 
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Raúl y Susi se pidieron otra jarra grande de sangría fresquita, mientras los demás se disponían a irse casi con la cerveza en la mano y las tapas en la boca, ellos disfrutarían de la sangría tranquilamente. 

Todo había sido muy precipitado pero siempre se ha dicho que son los mejores planes. 

Raúl miraba a Susi y no podía quitarse de la cabeza su culo y su coño. Los veía una y otra vez brillantes. 

No se habían quedado a solas desde aquel día, y estaba un poco nervioso. 

El hecho de que Susi fuera con el pelo recogido, dejando la clavícula al aire no ayudaba demasiado. 

Por no decir del vestido súper sexy que llevaba, vestido largo estampado con un escote muy marcado, más de la mitad de cada pecho al aire, y una abertura del medio hacia la derecha dejando entrever casi su pierna entera desde la cadera. 

Y esa espalda al aire con unos mechones dejados aposta, hacía que el cuerpo de Raúl estuviera en tensión. 

Tenían que darse prisa si querían llegar a tiempo. 

Quedaron al finalizar las películas en una terraza que había en la mitad del paseo, ya que era la que cerraba más tarde. 

Raúl y Susi irían antes para coger sitio y poder tomarse unas copas antes de ir a bailar un poco. 

Una vez a solas, el silencio era un poco incómodo, pero Susi se empezó a reír a carcajada limpia, lo que hizo que Raúl se relajase. 

- Me estoy acordando de aquel día hace tres años cuando entraste en mi habitación pensando que era tu hermana. Jajaja 

- Joder, calla, calla… ¡Qué vergüenza pasé! Jajaja. 

- ¿Vergüenza? Si entraste todo empalmado. Jajajaja 

Raúl no se lo podía creer, se acordaba de que entró empalmado. 

Pero era cierto, el escucharla gemir y disfrutar con Miguel le había puesto muy pero que muy bruto. 

Susi le miraba curiosa, y Raúl se empezó a sentir incómodo. 
  
- ¿Qué miras coño? Parece que me estás haciendo una radiografía. 

- La verdad, me dejó alucinada el paquete que se te notaba. Y me preguntaba si era realmente así o no. 

- Vamos ya Susi, ¿En serio? Estás de coña. 

Susi se arrimó a él, le puso la mano sobre la pierna a la altura de la rodilla. Raúl vio que quería jugar, y pensó en jugar todos. 

Así que le cogió la mano y se la llevó a la entrepierna diciéndole: ¿Esto es lo que quieres probar? Restregándola. 
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Susi no se esperaba aquella reacción, porque siempre había visto a Raúl dependiente de Laura, sin ninguna iniciativa, así que le gustó lo que vio y le siguió el juego. 

 No solo le acarició el paquete, sino que se lo apretó acercándose a los labios de Raúl. 

Se quedó a escasos milímetros de su boca, sacó su lengua y los lamió. 

Raúl abrió la suya, y le mordió la lengua, dejándola presa en su boca. Se miraron y Susi apretó más la mano que tenía en la entrepierna, lo que hizo que Raúl con una sonrisa pícara soltara su lengua. 

Susi se echó hacia atrás en su silla, separando las piernas, dejando al aire toda la pierna derecha, casi casi se podía ver su ingle si bajabas un poco la mirada. 

Descaradamente se pasó la mano por ella, de una manera sensual y desafiante. 

Raúl la estaba mirando cuando sintió cómo le masajeaban de nuevo la entrepierna. 

Susi se había quitado la sandalia y estaba jugando con su pie. Lo subía y lo bajaba a la vez que se acariciaba la pierna. 

Apretaba su pie, sintiendo cómo ese paquete crecía y crecía. 

Todavía se veía a lo lejos a los 2 grupos que se iban hacia los cines, cada uno hacia un lado del paseo. 

El camarero se acercó a preguntarles si necesitaban algo más cuando Susi aceleró el movimiento de la entrepierna, dejando que Raúl respondiera. 

- No gracias, estamos bien. Cuando pueda nos trae la cuenta, por favor. 

Susi le miró picarona, no iba a preguntar, pero deseaba que ese tonteo pasara a mayores. 

Se veía indecisa entre ser Susi o dejar salir a Xena, lo mismo le asustaba, así que decidió dejar que fuera Susi la que estuviera esa noche con Raúl, ya disfrutaría en un futuro Xena. 

De eso estaba más que segura. 

A los pocos minutos volvió el camarero con la cuenta, pagaron y Raúl cogió de la mano a Susi. 

Dieron la vuelta al chiringuito y se encaminaron hacia la oscuridad de la pasarela de madera que llevaba a la playa. 

Susi ya iba cachonda por la pasarela, se quitó las sandalias para atravesar la arena hasta llegar a las hamacas. 

Cuando llegaron, Susi le desabrochó el pantalón, bajó la cremallera lentamente y los pantalones. 

Se puso de rodillas ante él y, muy despacio le fue bajando los bóxer. Estaban a oscuras, pero Raúl podía sentir perfectamente la cercanía de su respiración y de sus labios. 

Una vez bajados, le sentó en una hamaca y le dijo: 

- Mmmm. No sabes las ganas que tenía de probarlo, cuando te vi el paquete marcado hace tres años me dije, algún día será mío. 

Le acariciaba lentamente, sus movimientos estaban medidos, hacía el recorrido justo y necesario. 

Acercó su lengua, lamió su glande, la pasó por el frenillo repetidamente. 

Raúl gimió, lo que hizo que Susi siguiera lamiendolo. 

Su mano iba acompañando a la lengua, pero sus movimientos seguían siendo sutiles, esperando la erección oportuna. 
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Cuando el pene de Raúl estuvo pleno, se lo introdujo en la boca de golpe. 

Raúl pudo sentir toda la profundidad de su cavidad bucal, la sacó y la metió tres o cuatro veces más, para luego centrarse solo en el glande. 
Ajustó el ancho de los labios poniéndolos duros y jugueteó con él como si estuviera comiendo un chupachups. 

Se lo metía en la boca, y jugaba con su lengua, lo ajustó bien y succionó suavemente, pasándola por su orificio. 

Raúl la sujetó de la coleta y comenzó a mover la cadera a la vez que llevaba la cabeza de Susi hacia su pelvis. 

Susi se quitó, le miró y se subió a horcajadas encima suya. 

Raúl pudo sentir la humedad de su coño nada más sentarse. 

La susurró al oído preguntándola por sus bragas, a lo que ella contestó divertida que estaban en el bolsillo del pantalón de Miguel.  

- En serio ¿tiene tus bragas en el bolsillo? Y ¿qué coño le dirás? 

- Relájate, Raúl por favor, nosotros tenemos nuestros juegos, y seguro que en el momento que vea que las tiene se pone todo cachondo. 

Y estará deseando verme para follarme. Estará deseoso toda la noche. 

Raúl la besó en la boca, cosa que no había hecho desde que le había secuestrado la lengua en el chiringuito. 

Jugó con su lengua, se mordieron los labios, sus manos se deleitaron por sus cuerpos. 

Se restregó, sintiendo toda la suavidad de aquella deseada polla, movió las caderas mientras las manos de Raúl la terminaban de sacar las tetas del vestido. 

Las acarició y las besó, chupó sus pezones, los mordisqueó. 

Susi se clavó, dejando escapar un gemido de satisfacción y plenitud. 

Y empezó a cabalgar, primero despacio, lento, acompasándolo con los besos que estaba recibiendo. 

Para pasar a cabalgar más deprisa. 

En ese momento fue Raúl el que la paró. 

Se levantó y la puso a cuatro sobre la hamaca, buscó el agujero y…. Plas, plas, plas su cadera sonaba contra el culo de Susi, quién empezó a gemir y a alentarle para que la follara más fuerte.  

- Sigue. Sigue, más fuerte. Vamos. Fóllame. Sigue, sigue, sigue. 

Raúl la agarraba de la cadera y la dio un azote según la embistió, Susi gimió más alto, y fue en ese momento cuando al levantar la cabeza vio que no estaban solos. 

Justo detrás de ellos, había alguien más disfrutando de la protección de la oscuridad. 

Se lo hizo saber a Raúl, pidiéndole que la volviera a azotar y que acelerara sus penetraciones. 

Raúl aceleró, el morbo ya era total, se estaba follando a la mejor amiga de su novia en una playa con gente a escasos tres metros de distancia. 
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Estaba a punto de correrse, pero no quería hacerlo antes de que Susi lo hiciera. 

Los gemidos de Susi se mezclaban con los gemidos de sus vecinos. 

¡Qué situación! ¡Madre mía! A Raúl le faltaba muy poco cuando Susi le dijo que se iba a correr: Sigue, sigue, sigue...

Últimos empujones y... Explotó dentro de ella, a Susi le faltaba un poco, así que se incorporó poniéndose de rodillas en la hamaca de espaldas a Raúl. 

Éste la abrazó por detrás y fue directo a terminarla con sus dedos, los introducía y sacaba rápidamente mientras que con la otra mano la apretaba la teta y pellizcaba el pezón, su boca devoraba su cuello.

 Sus largos dedos llegaban perfectamente hasta su punto G. 

Tras unos minutos de movimientos magistrales de los dedos de Raúl, Susi llegó al clímax justo a la vez que una de sus vecinas. 

Sus gemidos de éxtasis se fundieron en uno solo. 

Raúl la besó el cuello, la giró la cara y la dio un dulce beso en los labios. 
Sabía que aquello no se podía ni volvería a repetir, pero había merecido la pena. 

Susi notó la ternura y el “arrepentimiento” de Raúl, así que le cogió de la mano y se recostaron en la hamaca juntos, mirándose a los ojos en plena oscuridad. 

Justo en ese momento a Susi le sonó el móvil, no se lo podía creer era Laura: “Tengo un problema. Estoy sentada con Diego sola y no me quito de la cabeza aquella noche. Le deseo y estoy como loca porque pase algo.” 

Susi tecleó: ¿Qué te lo impide? 

Después de mandar ese mensaje, guardó el móvil en el bolso y estuvieron disfrutándose media hora más. 

Se vistieron y cuando se iban a dirigir a la terraza donde habían quedado con los demás, Raúl preguntó: 

- ¿Qué le dirás a Miguel cuando vea que estás mojada? 

- No se dará cuenta, porque ahora me lo vas lamer y dejarás limpio para él. 
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